miércoles, 18 de marzo de 2009

Mirando a Centroamérica

Editorial

El Mundo, Medellín

Marzo 18 del 2009

Funes le sale al paso al rumor de campaña de que un triunfo suyo sería tanto como “venderle el país a Chávez”.

Dos hechos importantes nos hacen fijar nuestra atención en Centroamérica. Uno es el triunfo del candidato del Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional, Mauricio Funes, en las elecciones presidenciales del domingo pasado en El Salvador, y el otro la visita de Estado del presidente Álvaro Uribe a Honduras, donde el lunes fue primero condecorado por su homólogo Manuel Zelaya con la ‘Orden Francisco Morazán’, en el Grado de Gran Cruz, Banda de Primera Clase, y luego distinguido por el Congreso de ese país con la Condecoración Honorífica en su Grado de Gran Cruz Extraordinaria con Placa de Oro. 

Para nosotros siempre ha sido Centroamérica un campo de acción diplomática fundamental para Colombia porque es cada vez más claro que de ello depende que algún día logremos concretar, con la ruptura del Tapón del Darién, el viejo anhelo de la conexión de las Américas, y porque el destino de esos países, como el nuestro, por razones históricas, geográficas y geopolíticas, está íntimamente ligado a la suerte y al liderazgo indiscutible del Imperio estadounidense. Casualmente, hacemos notar que, a pesar de que el resultado de las presidenciales en El Salvador aparentemente representaba una desmejora en la posición pro-norteamericana en Centroamérica, la verdad es que las primeras declaraciones del presidente electo constituyen un categórico mentís al pronóstico de algunos analistas en el sentido de que, de ganar el candidato de la ex guerrilla salvadoreña del FMLN, implicaría un triunfo y un fortalecimiento del llamado “socialismo bolivariano del siglo XXI”. 

Nosotros mismos nos sorprendimos con la claridad y la contundencia de las respuestas del presidente electo salvadoreño a las incisivas preguntas sobre el tema de la periodista de CNN en español, nuestra compatriota Patricia Janiot. “¿Se va alinear al modelo bolivariano?”, le preguntó a quemarropa. Y el señor Funes respondió: “La izquierda salvadoreña tiene su propia identidad y circunstancia. Debe resolver las demandas y aspiraciones del pueblo salvadoreño. No tiene por qué alinearse a la revolución bolivariana, la cual responde a las características de Venezuela. El Salvador se va a alinear a necesidades salvadoreñas”. “¿A quién le gustaría parecerse?”, replicó Janiot. “Si la pregunta es sobre cuáles son mis referentes y procesos políticos que veo con atención, yo observo la gestión política de Lula de Brasil. Salvadas diferencias entre países, cuando Lula llegó al poder tuvo que enfrentar el prejuicio que existía hacia la izquierda. Él tomó decisiones acertadas. Ha hecho cambios sensatos. Hoy, en lugar de irse, los empresarios han llegado a Brasil. Lula ha sacado un poco más de 23 millones de personas de la pobreza. Ese es mi principal desafío”. 

Lo deseable sería que, 17 años después de haber renunciado a la violencia y firmado la paz con el gobierno de Alfredo Cristiani, y tras la que suponemos ardua preparación para el ejercicio del poder y para ganarse la confianza del 51% del electorado, el gobierno del FMLN no sea de confrontación sino de colaboración con el capital e, incluso, de invitación a los empresarios extranjeros, principalmente norteamericanos, a invertir en ese país para impulsar su desarrollo y superar la pobreza. 

Al proclamar su triunfo, el señor Funes, un periodista que supo capitalizar su popularidad para convertirse en el primer presidente de izquierda de la joven democracia salvadoreña, quiso enviar, de entrada, un mensaje de tranquilidad a propios y extraños: “El régimen económico establecido por la Constitución de la República, la propiedad privada y la seguridad jurídica, tendrán el mayor respeto y serán objeto de atención especial; trabajaré para construir una economía dinámica, eficiente y competitiva y promoveré la creación de una amplia base empresarial”. En política exterior no fue menos claro en el sentido de que no cazará peleas con el Imperio: “Una de mis prioridades será una política exterior independiente basada en la protección y el fomento de los intereses nacionales. La integración Centroamericana y el fortalecimiento de las relaciones con Estados Unidos serán aspectos prioritarios en nuestra agenda”. En la entrevista de marras la periodista le pregunta: “Tengo entendido que ha habido diferencias con su partido sobre el rumbo del socialismo”. Y responde:  “En EEUU el presidente Bush tenía que convencer a su bancada. Las discrepancias entre legisladores y el presidente no significan ningún trauma, cuando los legisladores no tienen más imperativo que la voluntad del pueblo. Que el ideario del FMLN incluya el socialismo no significa que el candidato se proponga crear socialismo”. 

Nos complace mucho registrar el llamado a la unidad del presidente electo, que le sale al paso al rumor de campaña de que un triunfo suyo sería tanto como “venderle el país a Chávez”. Al contrario, convocó a un gobierno de unidad nacional porque “nadie puede tomar la patria como bien propio. El Salvador nos pertenece a todos y Arena debe tener la seguridad de que será respetado y escuchado”. No es casual que, mientras la izquierda celebraba su triunfo en El Salvador, en San Pedro Sula los presidentes Uribe y Zelaya, en el marco de una rueda de prensa conjunta al final de su encuentro sobre temas bilaterales, coincidieran en saludar y felicitar al presidente electo del Salvador. “Lo que surgió ayer en El Salvador es que una organización que anteriormente había tomado las armas para cambiar el sistema, hoy escoge el sistema democrático representativo de voto popular, de soberanía popular de las mayorías, para conseguir un movimiento de cambio y transformación en El Salvador”, dijo Zelaya. Mientras que el presidente Uribe caracterizó el triunfo del Farabundo Martí como “Un bellísimo tránsito: de la violencia destructora a la democracia que finalmente unifica”. Así queremos verlo también nosotros.

 

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