viernes, 20 de marzo de 2009

El error de Obama

El País, Cali

Por Liliane de Levy. 

Marzo 20 de 2009

Leí el editorial de El Tiempo sobre el nuevo interés que Barack Obama le presta a Suramérica y confieso que lo único que me produjo es amargura, porque si bien Obama se reunió con el brasileño Lula da Silva para hablar de la necesidad de estrechar lazos entre Norte y Suramérica, en la mente de Obama Colombia permanece relegada a un segundo lugar. 

En efecto, hasta la fecha nuestro país sigue luchando para conseguir la aprobación del TLC que la bancada demócrata del Congreso norteamericano insiste en condicionar y posponer. El mismo Obama ya había explicado en su campaña su resistencia al Tratado: según él, en Colombia se violan los derechos humanos y se refiere en particular a los asesinatos de sindicalistas que se perpetran impunemente. Lo cierto es que aquí sí hay violencia y los sindicalistas han sido blanco de una sangrienta arremetida en su contra. Sin embargo, según leo y entiendo de las cifras que proporcionan los medios, desde que el presidente Uribe asumió su cargo los asesinatos de sindicalistas mermaron considerablemente y una unidad especial de la Justicia colombiana fue creada para investigarlos y castigar a los criminales. La actual situación no es ideal, pero ha mejorado. 

Por otra parte, Colombia es hoy en día el único aliado fiel de Estados Unidos en un continente arrastrado por una corriente populista y ‘antiyanqui’. Nuestra Nación colabora con ese país en la ‘guerra contra la droga’, pagando un alto precio en el proceso. Al mismo tiempo, combate una guerrilla implacable, que no deja tregua. Y, con todo, trata de mantenerse dentro del marco democrático, con una oposición política que vigila y critica y una prensa libre que tampoco se queda callada a la hora de denunciar. 

Por otra parte, toca reconocer que el presidente Uribe goza de una popularidad arrolladora y que no se la ha ganado -como en Venezuela- a punta de demagogia e intimidación a la oposición sino de trabajo bien hecho y de honestidad a toda prueba. Y es ésta Colombia que Obama no aprecia en su justo valor. Nos toma, como dicen los gringos, “for granted”, sin hacer esfuerzos. En cambio, lo vemos muy interesado en mejorar relaciones con un sinnúmero de dictaduras y gobiernos perversos, sin condicionamiento ninguno. A nivel del continente, con Cuba, por ejemplo, a pesar del totalitario régimen castrista que se perpetúa en el poder. Y con Venezuela, a pesar del abusivo e impredecible Hugo Chávez. A nivel más lejano, habla de dialogar con Irán o Siria, sin entrar a investigar la situación de los derechos humanos en estos países superopresores. Pero con Colombia se comporta con desmesurada severidad y sin consideración con los problemas monumentales que padece. ¿Por qué tanta saña contra Colombia? Sólo se ve un motivo de peso. Y resulta político y mezquino. Creo que nuestro país no cabe en la agenda política de Obama, en estos momentos en que el nuevo Presidente está empeñado en borrar todo lo que hizo la administración Bush en los ocho años pasados. Lo entiendo. Él hizo estragos y hay que curar al país de sus efectos. Pero con Colombia acertó cuando quiso establecer una cooperación con un país aliado y democrático. Y recomendó, entre otros, el TLC para mejorar las condiciones económicas de nuestro país. Pero Obama no lo entiende así: por el solo hecho de que fue recomendado por Bush, el Tratado es sospechoso. Y toca investigarlo a fondo y, a lo mejor, como todo lo demás, desecharlo. Así pagan justos por pecadores. 



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