Por Jaime Jaramillo Panesso
El Mundo, Medellin
Mayo 17 de 2009
El orlado Presidente de
Si la tierra expropiada por no estar debidamente aprovechada se entregara en propiedad a los campesinos sin tierra, estaríamos ante lo que los marxistas llamaban la “revolución democrático-burguesa”, que es hacer a los ciudadanos propietarios. Lo que está haciendo Chávez ya está ensayado y ha sido el fracaso. En
No significa que la producción del agro dentro de las reglas del libre mercado siempre abastezcan correctamente la demanda de la población en alimentos y a la industria (turística, procesadora o de alimentación pecuaria). El mercado tiene fluctuaciones determinadas por la naturaleza, por la emergencia de demandas no previstas, por acaparamientos comerciales), pero los estados han creado formas de intervención como la compra de cosechas o incentivos a los campesinos y empresarios agrícolas. Los términos latifundismo y minifundismo ya no suenan, pero existen. La consigna de los artesanos de 1863 que en Colombia proclamaron el proteccionismo y lo llamaron socialismo porque estaba ligado a la consigna de “la tierra para quien la trabaja”, era exactamente lo que hoy se requiere, que los campesinos sin tierra la adquieran por parte del estado y a la vez que superen la propiedad individual para aportarla como capital a un sistema empresarial que compita en un mundo globalizado y dentro de una nación moderna.
El socialismo de Chávez es capitalismo de estado. Venezuela como nación podría dar un vuelco hacia una sociedad con equidad, si en vez de dilapidar sus recursos provenientes del petróleo y entregarlos a sus paniaguados homólogos de otras naciones para instalarse en poder, los dedicara a crear una fuerte agricultura competitiva, una minería diversificada, la ganadería autosuficiente y una industria turística y ecológica, puesto que es un bello país de tinte tropical. Pero Venezuela, además de la peste chavista, se ha contagiado el estado en sus mandos medios y militares del narcotráfico. No en vano por allí merodean y reptan las Farc. Su destino está marcado. Y de nada valen las consignas de “socialismo o muerte”. Al Presidente Chávez le vendría muy bien el uniforme de gala de un “revolucionario democrático-burgués” como Simón Bolívar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario