Por Jorge Humberto Botero
El Colombiano, Medellín
Mayo 14 de 2009
Efecto inexorable de esta política es la acumulación de un enorme superávit en sus cuentas externas, que hoy es del 6.2% del PIB. Dada la insuficiencia estructural de su ahorro interno, los Estados Unidos han sido los principales tomadores del enorme acervo de recursos financieros que China ha colocado en los mercados internacionales: el correlato de este flujo de recursos es un déficit en su balanza de pagos del 3.3%.
Hasta hace poco la interacción económica entre ambos países había resultado benéfica. Los Estados Unidos pudieron importar masivamente bienes de consumo fabricados en China a precios bajos, lo cual ayudó a mantener un crecimiento elevado compatible con baja inflación, y a obtener financiamiento externo a tasas reducidas. China pudo apalancar su proceso de desarrollo en el mercado de los Estados Unidos e invertir sus excedentes en papeles emitidos por el Tesoro de ese país, los cuales, aún hoy, son considerados de óptima calidad.
El estallido de la crisis financiera, cuya causa primigenia consiste en el desequilibrio entre los excesos de ahorro y de consumo de estos dos gigantes económicos, ha puesto de presente que la situación actual es insostenible. China tendrá que gastar más en los años que vienen; E.U. deberá reducir sus patrones de consumo en función de su propia generación de ingresos.
El modelo imperante ha generado para China graves problemas. Entre ellos cabe mencionar la creciente brecha de ingresos entre la ciudad y el campo, los severos daños ambientales ocasionados por una industrialización basada en tecnologías obsoletas, los excesos de capacidad instalada derivados de decisiones de inversión no fundamentadas en una estimación adecuada de la demanda, y el represamiento de legítimas expectativas de bienestar, asociados a niveles de consumo mayor para vastos sectores de la población.
No son de poca monta los problemas inflacionarios ocasionados por la esterilización de divisas que realiza el Banco Central Chino para mantener deprimido el valor de su moneda, la baja rentabilidad de sus ahorros externos invertidos en papeles del Tesoro estadounidense, y la mala calidad de las carteras bancarias vinculadas a proyectos fabriles de escasa o nula rentabilidad. A este cúmulo de dificultades se añade el creciente proteccionismo mundial, contra la que se considera la competencia desleal china.
Uno de los efectos inmediatos de la crisis financiera global ha consistido en el reflujo de los capitales financieros desde los países en desarrollo hacia los países ricos, especialmente los Estados Unidos. A mediano plazo, el péndulo se moverá de nuevo en la dirección contraria aunque cabe conjeturar que la eventual reducción del déficit externo de Estados Unidos dejará un volumen adicional de recursos utilizable por países que luchan por superar la pobreza.
Colombia, que en lo esencial ha mantenido una buena política macroeconómica, puede beneficiarse de esta posibilidad.
En el mediano plazo es también probable que los ajustes cambiarios entre el yuan y el dólar impliquen una devaluación de éste en términos reales. Como Estados Unidos son nuestro principal socio comercial, estos movimientos implicarían pérdidas de competitividad exportadora. Como creo que el expediente fácil de mejorarla manipulando el tipo de cambio es cosa del pasado, el énfasis debe mantenerse en la denominada "agenda interna".
Nota del Editor: Segundo artículo de una serie sobre la crisis financiera y sus lecciones para Colombia.
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