Por Eduardo Herrera Berbel
El Colombiano, Medellín
Mayo 14 de 200
En su última comunicación a los Colombianos y Colombianas por
También propusieron allanar el camino para lograr acuerdos humanitarios. Esta propuesta implica su indeclinable interés por el canje para conseguir el intercambio de guerrilleros presos incursos en delitos de lesa humanidad, por soldados y policías cuyo único pecado ha sido la defensa del orden constitucional. Se infiere, por supuesto, que el canje implicaría el reconocimiento político y la beligerancia a las Farc, y la búsqueda de respaldos de regímenes que no los califican de terroristas, como es el caso del comandante Chávez.
Y para completar, en la hoja de ruta fariana ofrecen: "avanzar en el objetivo de excluir a la población de la confrontación", lo cual se constituye en el mensaje para el debate político de 2010, en busca de una aproximación con candidatos presidenciales, en el caso de que no haya una segunda reelección.
Como ya lo hemos expresado en este espacio de opinión, no es descartable que los CCP se lleguen a convertir en un grupo político y aparezcan liderazgos e intereses personalistas que hoy se arropan bajo el manto humanitario. Cualquiera se podría preguntar, ¿fue necesario que pasaran más de 40 años, para que las Farc se dieran cuenta que la población debe quedar por fuera de la confrontación armada irracional que han planteado?
Es innegable que de esta propuesta saldrá una nueva agenda política de discusión sobre temas como: el secuestro extorsivo, el empleo de armas no convencionales y las diferentes modalidades de violencia que este grupo irregular emplea contra la población civil. Por lo tanto, es válido preguntar ¿hacia dónde apunta tanta generosidad humanitaria de las Farc? o quizás, ¿cuál es la estrategia de fondo que trae este juego político?
En principio, parece que pretenden regularizar el empleo del poder de combate de las Fuerzas Militares y limitar, hoy, el uso de armas convencionales de gran impacto en el campo de batalla. Y en cuanto al orden político, discutir en una mesa de diálogo el manido tema del terrorismo de Estado frente a los excesos de las Farc en el marco de la autodenominada guerra de liberación. Es iluso pensar que esta iniciativa implique algún tipo de sometimiento de las Farc a la jurisdicción internacional o del Estado colombiano, puesto que descartan la interlocución del presidente Uribe, y su mensaje fue dirigido a los eventuales candidatos presidenciales, preferiblemente opositores al Gobierno.
En esta hoja de ruta fariana, no podrían faltar las exigencias de garantía y seguridad. Por esta razón, han pedido a los CCP considerar la participación de
No se puede desconocer que la hoja de ruta planteada por las Farc es una jugada bien pensada y de gran contenido político -estratégico-. El Gobierno, por su parte, mantiene su posición del acompañamiento de
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