martes, 12 de mayo de 2009

Nuestras flores en el mundo

Por Ricardo Eastman De La Cuesta

La Patria, Manizales

Mayo 12 de 2009

Los floricultores colombianos se lanzaron a la conquista del mercado moscovita, montados en las anuales y luminosas celebraciones rusas del día de la victoria. Ellos fueron los vencedores en la Segunda Guerra Mundial. A tan infausto acontecimiento lo llaman la “gran guerra patria”, una clara y perversa agresión de Hitler, instigada por las potencias occidentales, deseosas de desencadenar un conflicto donde la desaparecida Unión Soviética pusiera las pérdidas -físicas y humanas- e hiciera el sacrificio. Creían evitar así la confrontación nazi con Europa y acabar de una vez por todas con la meca del odiado comunismo.

Es su interpretación de la historia, ratificada por el planeta cuando conmemoraron los sesenta años del triunfo, con grandes fiestas en Moscú y la presencia de los jefes de estado de las naciones aliadas. 

Se regalaron 100 mil tallos de rosas y claveles, de amable y general aceptación en la población. Fue una excelente oportunidad para demostrar nuestra producción, en un país donde no es posible iniciar cualquier encuentro, amistoso o amoroso, entre vecinos, parientes o amigos, hombres o mujeres, sin antes entregar una o varias flores como saludo y cortesía. Se aprovechó una fecha importante para los rusos, como también lo son el día del trabajo o el día de la mujer que para ellos es feriado nacional. 

Promover productos nacionales es tarea difícil y costosa. Para eso se requiere del concurso gremial, todos a una para lograr un buen resultado. Vender lo propio en el exterior no es labor de los gobiernos -apoyar sí, con recursos y dinero- sino de los particulares interesados en negociar allende las fronteras.

Los floricultores tienen mentalidad exportadora, su actividad miró desde el comienzo a los mercados externos. Conocen el mundo de las flores y saben cómo “pegar” primero. Medírsele a Moscú y después a Berlín, Hamburgo, Dusseldorf, Munich y Nuremberg es un empeño de empresarios internacionalizados. 

Los cafeteros arrancaron, siguieron los bananeros. Fueron pioneros en la venta masiva y global de productos del campo. Los palmeros ya aprendieron, su ingreso a los biocombustibles ratifica la capacidad empresarial. Con los floricultores conforman un magnífico grupo, ejemplo de mundialización de una actividad tan compleja como es cualquiera de carácter agropecuario. Otros dan los primeros pasos, el sector de los cárnicos avanza tras la apertura de nuevos mercados, que no debería quedarse en Venezuela. Igual ocurre con la industria avícola. 

Para las flores hay fechas de máxima atención. Eso ayuda a ordenar los esfuerzos. San Valentín, que en Colombia celebramos en el segundo semestre, y el día de las madres. Bueno incluir en su calendario la celebración de la victoria en Rusia, país de enorme consumo por razones culturales. Las 7.500 hectáreas cultivadas, los miles de empleos calificados y labrantíos y los US$1.100 millones exportados en 2008 son el fundamento de un gran sector, que merece la comprensión y el apoyo del Estado. Hacer empresa es muy difícil, destruirla requiere apenas de un plumazo. 



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