domingo, 3 de mayo de 2009

Reelección, una vez más

Por Alfonso Monsalve Solórzano

El Mundo, Medellín

Mayo 3 de 2009

Unas consideraciones adicionales y finales sobre una posible segunda reelección de Uribe. Se dice que pone en peligro la democracia liberal y que se privilegia el caudillismo, el cual es extraño a ese sistema político. Se argumenta, además, que va contra la historia política y las tradiciones que el país ha desarrollado al respecto, que son fuertemente anticaudillistas.

Respecto al primer punto, quisiera señalar que autores como Dahl, Nortington y Williams, enumeran las condiciones para que haya una democracia representativa. Según ellos (hay que decir, que prácticamente todos los teóricos coinciden, aunque difieran en matices) este tipo de ordenamiento es pluralista e inclusivo: los distintos grupos sociales existentes pueden asociarse políticamente en partidos que reflejan significativamente los intereses de sus militantes y simpatizantes, y que  tienen garantizado el acceso al poder si ganan las elecciones en el marco de un sistema electoral que es habitual, competitivo y pluripartidista. Los ciudadanos también pueden libremente agruparse en asociaciones de todo tipo (sindicatos, gremios, iglesias, empresas privadas, cooperativas, clubes, etc.).

El pluralismo exige la libertad de organización, así como las de expresión y prensa, que permiten la crítica de la oposición al gobierno y crean el contexto para que los ciudadanos se formen una opinión informada. En una democracia liberal, el congreso funciona habitualmente y hay control horizontal entre los órganos de poder. Y, muy importante, hay garantía de los derechos fundamentales (entre los cuales se cuentan los de organización y expresión), todo ello, en el marco de una Constitución que recoge en sus normas los valores que acabo de señalar.

En cuanto al segundo, Max Weber distinguió tres clases de legitimidad: la tradicional, propia de las sociedades antiguas, basada en la creencia del origen divino del poder del gobernante;  la carismática, en la que el poder del que gobierna se establece por la fascinación que éste ejerce sobre los gobernados;  y la legal racional, propia de las democracias liberales, en la que el poder se otorga en virtud de un estatuto legal previamente establecido, según sus parámetros y a través de una organización burocrática (la estructura juridicopolítica del Estado).

Pues bien, respecto a las condiciones de la democracia representativa, soy de la opinión de que Colombia hoy cumple con todas las condiciones establecidas a pesar del grave accionar de grupos ilegales que le han disputado al Estado el control territorial y el dominio, es decir la soberanía interna.

Ahora hay mayor control territorial, ejercicio de la soberanía por parte de las autoridades legítimas y más democracia, gracias a la política de seguridad democrática que puso en marcha Uribe. Por supuesto, hay problemas por resolver y ha habido errores y graves crímenes, como los falsos positivos, que son actos de individuos que actúan a espaldas de las políticas estatales y que están siendo investigados y procesados judicialmente por sus crímenes. Las chuzadas a periodistas, magistrados de la CSJ, a miembros de la oposición y del propio gobierno, son un grave crimen y como tal se está investigando por la Fiscalía y la Procuraduría, organismos del Estado, que actúan independientemente.

Hay total libertad de expresión y de prensa, más de la que se tolera en democracias más reconocida que la nuestra; el sistema es pluripartidista: en realidad, el gobierno expresa la coalición de varios de de esos partidos; y hay, actualmente, al menos dos partidos de  oposición, que hacen permanente control político en el congreso,  han podido llegar al poder en los niveles regional y local y tienen miembros que forman parte de instituciones como las Cortes; el sistema electoral se ha ido perfeccionando y funciona como un órgano independiente.

Todo esto ha funcionado en los dos gobiernos de Uribe y no hay razones para pensar que pueda cambiar en un posible tercer período, porque la reforma a la Constitución, hecha dentro de los mecanismos establecidos en ella, no modifica ninguna de las características esenciales del sistema, salvo una, que es una verdadera carencia, la posibilidad de que una mayoría de  colombianos puedan, si así lo deciden, garantizar la continuidad de su proyecto político. Habrá que hacer los ajustes necesarios en caso de que se demuestre que se está cambiando el equilibrio de poderes, como dicen algunos, aunque hay analistas que señalas que eso no es cierto.

Y respecto al caudillismo: el pueblo tiene derecho a apoyar a su líder. Es lo que hacen los pueblos en condiciones de grave dificultad. Eso sí, siempre y cuando satisfaga sus expectativas y actué en los términos de la Constitución y la ley y ésta siga siendo de esencia democrática liberal. Uribe no es indispensable, pero mucha gente cree que es la mejor opción, que el país no se acabará si no lo eligen, pero que estará mejor si lo hacen. Y si hablamos de tradiciones, entonces, tendríamos que aceptar la violencia, porque esta ha sido una constante de nuestra historia. No toda tradición es buena ni todo cambio es malo.

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