Editorial
El Colombiano, Medellín
Mayo 13 de 2009
La actual recesión mundial ha puesto de presente la importancia que tiene el entorno internacional para el desempeño de los países en vía de desarrollo. En mayor o menor grado, las llamadas naciones emergentes han sentido el impacto de la crisis financiera en Estados Unidos y otros países industrializados, y la posterior reducción en los niveles de actividad económica y de comercio internacional. Si bien aquellos países con un manejo macroeconómico prudente han logrado mitigar en parte la severidad de la crisis, ninguna nación emergente ha podido evitar sus repercusiones.
Así pues, la evaluación de las perspectivas económicas nacionales lleva implícito un estimativo acerca de la profundidad de la recesión en los países industrializados y de su eventual duración. La trayectoria esperada de la economía norteamericana es parte esencial de este análisis, habida cuenta del papel decisivo de Estados Unidos en el sistema financiero internacional y en la demanda mundial de bienes y servicios.
La magnitud de la caída en la actividad económica que está teniendo que enfrentar la administración Obama es sólo comparable a lo ocurrido durante la crisis mundial de los años treinta. En contraste con la calamidad de la crisis anterior, a esta se le denomina
Tanto
Lawrence Summers, Consejero Económico del Presidente Obama, se refería a la paradoja de que para resolver el problema financiero creado por un exceso de complacencia y de optimismo, lo que se requiere es más optimismo y más confianza. Ése es el mensaje, a la vez complejo y ambivalente que ha estado tratando de enviar Barack Obama en sus intervenciones. La interpretación de algunos de los indicadores económicos norteamericanos debe hacerse dentro de este contexto.
El ritmo de reducción de la actividad económica es menos acentuado ahora que hace unos meses. Pero la tendencia todavía es declinante. La pérdida de 539.000 empleos registrada en abril aparece como favorable por el hecho de que la cifra es menor a la de marzo. No obstante, la tasa de desempleo a nivel nacional es de 8.9%. En algunos de los Estados, la tasa de desempleo ya excede del 10% y no se prevé una recuperación significativa del mercado laboral antes de 2010.
Por tanto, son bienvenidas todas las señales favorables de la economía mundial que contribuyan a dar tranquilidad y a infundir confianza a los mercados. Al mismo tiempo, conviene tener en cuenta que algunas cifras y tendencias que son percibidas como positivas, lo son en el sentido de que habrían podido ser peores.
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