Salud Hernández-Mora
El Tiempo, Bogotá
Octubre 4 de 2009
Si yo fuese el Presidente, estaría feliz. Los liberales aún creen que César Gaviria es de temer, un rival de peso para él. Pero cada vez que abre la boca, el oyente pone en marcha el espejo retrovisor y, en la comparación, el Partido Liberal pasa de atacante a defensor. Y, cuando no es Gaviria, echan a pelear a Samper, otro retrovisor que Uribe rompe con solo soplar.
El trapo rojo da lo que da, que es muy poco en este momento, y si algunos decimos que el domingo los liberales se estrellaron, no es por querer hundirlos, sino porque ellos mismos pusieron el listón alto. Apostaron por dos millones largos de votos, y Pardo por la mitad de esa cifra para él solo. Como quedaron lejos, fracasaron. De acuerdo en que no es motivo para arrojarse al abismo ni llorar como plañideras, sino para pensar que, como van, no llegan.
Lo primero que debieron hacer es filtrar los candidatos desechables. Si ellos aceptan a cualquiera y no se toman las primarias en serio, que no esperen apoyos masivos. Pardo tendría que sacar de escena y no perder su tiempo ni con el sempiterno aspirante a nada, ni con el oligarca hijo de papi y menos repartir puestos entre los vástagos de sus contrincantes para ganar adeptos. Más bien que proponga no permitir presentarse en las primarias a desocupados o aburridos que solo aspiran a salir en los medios. Eso no es democracia, sino tomadura de pelo.
También tendría que renovarse en su presentación pública. Alguien que aspira a regir el país no puede leer el discurso del vencedor sin levantar la mirada del papel, como un novato de poca monta. En todo caso, triunfó y aunque fuese un partido malo contra rivales con cara de perdedores, lo que cuenta son los tres puntos.
Eso sí, se equivocó al pedir enseguida la gran alianza. Le hizo un enorme favor a Vargas Lleras al ponerlo a su mismo nivel sin tener en cuenta la distancia de tamaño y tradición que separa al Liberal de Cambio Radical.
Que lo proponga Gustavo Petro, tiene lógica. Las opciones de la izquierda en estas épocas furibistas son cercanas a cero y, además, tiene que centrar el partido para sacudirse el inmovilismo y la politiquería de quienes pugnaban por vencerlo. Su reto será mantener unido y a flote al Polo, que ya tendrá su día, y lograr una representación airosa en el Legislativo. Debería atraer para su causa a gentes como el senador Robledo, un valor indiscutible aunque sea izquierda pura y dura. Y si los demás se alejan porque no han asimilado la derrota, puente de plata para ellos. Mejor que Carlos Gaviria se lleve su ego y a Dussán para la casa que mantenerlos dentro.
En ese Polo renovado, Antonio Navarro recupera protagonismo y si Lucho no hubiese sido tan impaciente, tendría sitio. Por desgracia para él, la embarrada de Bucaramanga le costará muchos puntos, como los que pagó Mockus con su triangulito.
Al final del día, solo está claro que todo sigue revuelto a la espera del dichoso referendo. Y que si Uribe llega a mayo, tripite.
NOTA. Turno para la 'Farcpolítica', sin alharacas ni nombres llamativos. Enrique Bahamón, dos veces alcalde de Prado (Tolima), pueblo que la guerrilla despejó por años de turistas a base de secuestro y extorsión, se encargaba de señalar objetivos. Para satisfacer las exigencias de las Farc, remover enemigos o quedarse con tierras, disfrazaba a sus víctimas con el falaz ropaje de aliados de las Auc y justificar así la ignominia. Eso afirman autores materiales de algunos plagios.
Pero no sólo él. Otros testimonios de ex guerrilleros implican a quien fue su asesor jurídico y ahora congresista, Pedro Pablo Trujillo. Y a Germán Vargas, ex director del hospital de Dolores y ahora en la Secretaría de Salud del Tolima. Dicen que les proveía de medicinas y equipos de cirugía.
Confiemos en que la Justicia no lo tome como una batalla a favor o en contra del Gobierno y actúe con diligencia y sin presiones. Se lo deben a las víctimas.
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