sábado, 10 de octubre de 2009

Cartagena británica

Rodolfo de la Vega

El Universal, Cartagena

Octubre 10 de 2009


Por gentil invitación de los hermanos Antonio y Roberto Pretelt Emiliani, el 17 de julio de 2009 un grupo de amigos amantes de la historia, nos reunimos en el Cavi del Castillo San Felipe de Barajas.

Los hermanos Pretelt disertaron sobre la construcción de la fortaleza y los motivos que impulsaron a la Corona Española a acometer su majestuosa edificación. Para una mejor ilustración, nos obsequiaron ejemplares de un minucioso plano de la obra, editado por don Antonio Pretelt Martínez (q.e.p.d.), padre de los dos expositores.


Se habló del intento de toma de Cartagena por parte del Almirante británico Edward Vernon en 1741. Fue algo muy diferente a las incursiones de Roberto Baal en 1544, Martín Cote en 1559, John Hawkins en 1568 y Francis Drake en 1586. Esos fueron ataques de piratas y corsarios orientados principalmente al saqueo y el pillaje.


Vernon vino con la intención de establecer una punta de lanza en América del Sur. El despliegue de fuerza que trajo el Almirante, así nos lo indica.


Era una flota colosal compuesta de 8 navíos de tres puentes, 28 navíos de dos puentes y 50 cañones, 12 fragatas de 40 cañones, 2 bombardas y 130 embarcaciones de transporte. El equipo humano estaba conformado por 8.000 soldados, incluidos 4.000 norteamericanos, 2.000 artesanos, 1.000 macheteros jamaicanos y 12.600 marineros, lo que sumaba 23.600 combatientes.


En Cartagena el Virrey Sebastián de Eslava y el marino D. Blas de Lezo organizaron la defensa. La ciudad estuvo a punto de caer, pero el coraje de los defensores, la versatilidad y resistencia del Castillo de San Felipe y una epidemia tropical que asoló a los invasores, los hicieron desistir de sus propósitos.


Algunas personas que escuchan estos relatos se lamentan: Qué bueno hubiera sido quedar en manos británicas; ahora estaríamos hablando inglés, seríamos los gringos del Sur.


A partir de 1810 un fermento independentista se apoderó de Hispanoamérica. Al principio se conformaron Juntas de Gobierno para administrar estos territorios, a nombre del rey, que se hallaba prisionero en Francia.


El 11 de noviembre de 1811 la Junta de Gobierno de Cartagena, poniendo como testigo al Ser Supremo, declaró al Estado de Cartagena libre ante la faz del mundo y prometió “derramar hasta la última gota de sangre antes que faltar a tan grave comprometimiento”. La inclinación a la libertad absoluta tomó cuerpo en todas las colonias españolas.


En 1815 un poderoso ejército mandado por don Pablo Morillo vino a reconquistar los territorios separados. Durante el sitio de Morillo a Cartagena, en medio de la desesperación y el hambre, el 13 de octubre de 1815 la Legislatura reunida extraordinariamente resolvió por conducto del Gobernador de Jamaica, poner al Estado de Cartagena “bajo el amparo y dirección del Monarca de la Gran Bretaña”. Ofreció la provincia a una nación sabia y poderosa “capaz de salvarnos y gobernarnos”: ponerla bajo el amparo y dirección del Monarca de la Gran Bretaña. En suma, declararnos súbditos británicos.


El Gobernador de Jamaica consultó con el Ministro de Colonias Británicas, quien manifestó la intención de permanecer neutral. Así, cuando quisimos ser británicos, el Gobierno de la Gran Bretaña no nos aceptó.

*Asesor Portuario

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