sábado, 10 de octubre de 2009

¿Está verde el nuevo partido?

Luis Carvajal Basto

El Espectador, Bogotá

Octubre 10 de 2009

No resulta convincente afirmar que existe una crisis de los Partidos en todo el mundo o que los actuales en Colombia no resuelven las demandas de la población, para justificar aspiraciones personales de tres ex alcaldes que poco tienen en común.

La aparición de nuevos Partidos debe ser siempre bienvenida .Es una manera de confirmar las reglas que robustecen el sistema político. En este caso, la apuesta es novedosa en cuanto el objetivo electoral a que apuntan es el voto de opinión de las ciudades, utilizando los créditos de imagen que puedan tener Peñalosa, Mockus y Garzón.

Más allá de alcanzar unidos el umbral y una presencia importante en el Congreso, parecen también claras las ambiciones de tres políticos, preocupados por no parecerlo, que no encontraron cabida en otras organizaciones. Peñalosa para repetir alcaldía y sus colegas, candidatura a la presidencia.

Pero, aparte de eso, vale preguntarse si perdurará un Partido con principios programáticos y políticos poco concretos, dada las diferencias en las ejecutorias y trayectorias de los tres.

Para empezar, la gente suele creer que fueron los autores de la transformación de Bogotá, lo cual es una leyenda urbana. En realidad, El “Milagro” en la capital empezó con Jaime Castro y el decreto 1421 que reorganizó administrativa y políticamente la ciudad, sacó a los concejales de las juntas directivas de las empresas y puso fin a esas formas de cogobierno y corrupción. También fue la administración Castro la que reorganizó las finanzas de la ciudad y dejó sentadas las bases de la descentralización.

Por cierto, ninguno de los tres culminó ese proceso que, atendiendo el mandato de la Constitución, quiso acercar la administración a los ciudadanos, generando nuevas formas de participación que incluían la ejecución y el control del presupuesto por parte de organizaciones ciudadanas, de vecinos etc. y las mismas Juntas Administradoras Locales.

Son indudables los logros de Peñalosa en materia de transporte o los de Mockus al identificar aspectos culturales en la transformación de la ciudad, pero no puede decirse lo mismo de Garzón quien como candidato prometió no grabar a los ciudadanos con más impuestos y al final se le contabilizaron ocho nuevos tributos; convirtió la actualización de los avalúos en una pesadilla en que la ciudad perdió millones y en cuya administración la movilidad se inmovilizó por cuenta de los intereses de transportadores que financiaron su campaña, según lo reconoció en su momento el mismo Carlos Gaviria.

En cuanto a principios, cuesta entender las aproximaciones que puedan existir entre un Peñalosa pragmático y amigo de la privatización, un Garzón populista y antes (¿) comunista, y entre los dos y un matemático experto en semiótica e imagen, dedicado a la gestión pública, aquella que se dedica fundamentalmente a resolver problemas no estructurados, es decir, no susceptibles de ser modelados matemáticamente.

Desde el punto de vista político, debemos esperar los resultados de esta coincidencia que ha unido a un Mockus antes aliado de Nohemí Sanín y un Peñalosa que se ha jugado por una independencia que le permite entrar y salir del Liberalismo a conveniencia, con un Garzón que se retiró del Polo para no competir con Carlos Gaviria. Es posible que reclamen en su momento un espacio en una eventual coalición anti Uribista o esperen un poco a ver qué pasa con la reelección, lo que justificaría su actual “centro”. Sus antecedentes permiten esperar cualquier cosa.

La apuesta del Partido Verde trata de representar sectores urbanos que buscan nuevas formas de expresión política. Sin embargo queda la duda de lo que tendrá para proponer a los sectores no urbanos fuertemente impactados por las consecuencias del narcotráfico y necesidades bien diferentes a las de movilidad y cultura en que parecen expertos Peñalosa y Mockus.


Pero la pregunta de fondo es: ¿Hasta dónde aguantaran unidos estos egos tan grandes que no caben en ningún Partido? Y, por otra parte ¿seguirá verde, qué lo está, o madurará hasta pasarse prematuramente? Amanecerá y veremos.

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