domingo, 11 de octubre de 2009

Europa: ¿museo o laboratorio?

Moisés Naím*
El Tiempo, Bogotá
Octubre 11 de 2009


Esta no es la pregunta que aparece en los referendos en Europa. Pero es la pregunta que los europeos se están tratando de contestar.

¿Serán su cultura y sus tradiciones las principales fuerzas que impulsarán a Europa? ¿O lo será más bien su capacidad para inventar nuevas formas de gobernarse, integrarse entre sí y relacionarse con el resto del mundo? ¿Dependerá la Europa del futuro más de sus museos, orquestas y restaurantes o de sus fábricas, laboratorios y universidades? Esta es una caricatura de los dilemas y posibilidades de Europa, que siempre será una potencia cultural y también seguirá teniendo fortalezas científicas, industriales y militares. Pero como toda caricatura, la visión de una Europa museo en contraste con una Europa laboratorio sintetiza 2 futuros distintos. La Europa laboratorio no se refiere principalmente a sus capacidades científicas sino a su capacidad para experimentar con nuevas formas de gobierno; con nuevas instituciones, políticas públicas y reglas de conducta.

Sobre esto acaban de votar los irlandeses. La primera vez que se les preguntó -el año pasado- dijeron que no. Ahora dijeron que sí. ¿Pero a qué dieron el sí? A que Europa tenga un líder de tiempo completo, en vez de depender, como hasta ahora, de una presidencia que se rota cada 6 meses entre los jefes de Estado de los 27 países miembros. El nuevo presidente durará 2 años y medio en el cargo y podrá ser reelecto una vez más. Felipe González y Tony Blair son fuertes candidatos a ser los primeros en ocupar este cargo.

También votaron a favor de tener un sistema más justo de votaciones para la toma de decisiones colectivas, para que cada país miembro tenga un representante en la Comisión Europea, para mejorar el funcionamiento del Parlamento Europeo, para que haya un representante de Europa ante el resto del mundo con un mandato más claro y con mayor autoridad y varios otros cambios por el estilo, los cuales le darán algo más de eficiencia y transparencia al funcionamiento de la Unión Europea. Muchos de estos son cambios burocráticos aburridos, complicados de entender -y de explicar-. Por eso es que los opositores irlandeses prefirieron basar su campaña para el referéndum en enfatizar que de votar a favor se estaría apoyando la rebaja del salario mínimo, la legalización del aborto y el envío de militares irlandeses a Afganistán, entre otras maldiciones escondidas en el Tratado de Lisboa, el acuerdo que contiene las reformas propuestas. Los votantes no les creyeron y apoyaron abrumadoramente al sí.

Este voto tiene menos que ver con el entusiasmo por los cambios institucionales propuestos que con la convicción de que a Irlanda le va mejor cuando se alinea con Europa y que a Europa le va mejor cuando se integra más intensa y eficientemente. Pero el referendo irlandés no culmina el proceso de adopción del Tratado de Lisboa, ya que aún falta que Polonia lo ratifique y que las tácticas dilatorias del presidente de la República Checa, Václav Klaus, no prosperen. Pero de ser aprobado, Europa tendría un nuevo diseño institucional en 2010. Estas innovaciones no son la formula mágica que resolverá los problemas estructurales que tiene que enfrentar Europa. Pero será un paso positivo para enfrentar mejor lo que les viene a los europeos, que no tiene precedentes.

Según las estimaciones del historiador y premio Nobel de Economía Robert Fogel en el año 2000, en Europa vivía el 6% de la población mundial y su economía abarcaba el 20% del total mundial. En China e India vivía el 38% de los habitantes y sus economías representaban el 16% del total. Fogel estima que para el 2040, Europa albergará sólo el 4% de la población mundial y su economía será un minúsculo 5% del total. En cambio, China e India llegarán a tener el 34% de la humanidad y sus economías se habrán expandido hasta alcanzar el 52% de la actividad económica mundial. Desde esta perspectiva, el garantizar que Europa enfrente de manera unida, eficaz e innovadora sus relaciones con el resto del mundo es un requisito indispensable. Y el menor de sus problemas.

* Editor de 'Foreign Policy'

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