Charles Krauthammer
Diario de América, Nueva York
Octubre 2 de 2009
"Presidente Obama, apoyo la mano tendida de los estadounidenses. Pero, ¿qué ganó la comunidad internacional de estas ofertas de diálogo? Nada." Presidente francés Nicolás Sarkozy, 24 de septiembre.
Cuando Francia te reprende por apaciguar, sabes que has tocado fondo. Lo bajo que hemos caído quedaba de relieve en la satisfacción manifestada por la administración Obama cuando el presidente de Rusia decía de Irán, después de reunirse con el Presidente Obama en la ONU, que "las sanciones rara vez son productivas, pero a veces son inevitables".
¿Lo ve? El efecto Obama. La diplomacia funciona. Rusia se apunta. Sólo que, como señalaba incómodamente The Washington Post, el Presidente, Dmitry Medvedev dijo lo mismo hace una semana, y el poder real en Rusia, Vladimir Putin, no había cambiado nada en su oposición a imponer mayores sanciones. Y sólo para dejar claras las cosas, cuando Irán probaba-disparaba descaradamente misiles ofensivos más tarde, Rusia reaccionaba anunciando que esta nueva provocación no justifica la imposición de sanciones más duras.
Saque cuentas. A cambio de vender a Polonia y la República Checa derogando de manera unilateral un acuerdo de seguridad balística que Rusia había exigido que se derogara, recibimos de Rusia... ¿el qué? Un comentario que puede significar cualquier cosa, de posible apoyo, a sanciones sin concretar, ofrecido a regañadientes y por una dudosa autoridad - y, en cualquier caso, que no conduce a nada porque los chinos se han mantenido firmes en contra de las sanciones del Consejo de Seguridad.
Confundiendo fines con medios, la administración Obama se esfuerza por sacar con gancho manifestaciones de unidad aliada, voluntarismo y religiosa preocupación por el programa nuclear de Irán - mientras el objetivo real es detener ese programa. Esta adopción de posturas farisaicas de cara a la opinión pública es peor que inútil, porque todo el tiempo perdido logrando gestos es un tiempo precioso regalado a Irán para que remate su carrera por lograr la bomba.
No se fie de mi palabra. Fíese de Sarkozy, que no podía ocultar su sorpresa ante la ingenuidad de Obama. El 24 de septiembre, Obama presidía ostentosamente el Consejo de Seguridad. Con 14 jefes de estado (o de gobierno) a la mesa, con un presidente estadounidense a la presidencia por primera vez en la historia, con todas las cámaras de información del mundo fijas en la reunión, iba a concentrar una atención mundial sin precedentes.
Sin que el mundo lo supiera, Obama se guardaba explosivas revelaciones de unas instalaciones ilegales de enriquecimiento de uranio que los iraníes venían ocultando en las inmediaciones de Qom. Franceses y británicos le instaban a utilizar éste el más dramático de los escenarios para dejar estupefacto al mundo con la revelación y pedir la adopción de medidas inmediatas.
Obama se negó. No sólo no dijo nada al respecto sino que, informa Le Monde, Sarkozy se vio obligado a descartar la sección de su discurso que hablaba de Qom. Obama se guardó la noticia un día - en Pittsburgh. No tengo nada en contra de Pittsburgh (lugar de la cumbre del G-20), pero no es una sala del Consejo de Seguridad llena a reventar de líderes mundiales.
¿Por qué renunciar a la oportunidad? Porque Obama quería que la reunión del Consejo de Seguridad girara en torno a su propio sueño de un mundo libre de armas nucleares. El presidente, informa The New York Times citando "funcionarios de la Casa Blanca," no quería "diluir" su resolución de desarme, “haciendo advertencias a Irán".
¿Distracción? Es el problema de seguridad más grave del mundo. ¿Una distracción de qué? ¿De una resolución de desarme de la ONU que no tiene ningún carácter vinculante?
Sí. Y de la tendencia estelar de Obama como visionario planetario: "La administración manifestó a los franceses", informa The Wall Street Journal, “que no quería 'echar a perder la imagen de éxito' del debut de Obama en la ONU."
¿Qué imagen? ¿Qué éxito? Sarkozy apenas podía contenerse. En la mesa del Consejo, con Obama a la presidencia, recordó a Obama que "vivimos en un mundo real, no en un mundo virtual".
Explicó: "El Presidente Obama ha llegado a decir, 'sueño con un mundo sin (armas nucleares).' Sin embargo, ante nuestros ojos, dos países están haciendo exactamente lo contrario".
¿Las palabras que Sarkozy no pronunció? "Y, sin embargo, sacre bleu, ¡se está reservando lo de Qom!"
En aquel momento, no teníamos ni idea de lo que desquiciaba a Sarkozy. Ahora lo sabemos. Aunque difícilmente podría haberse sorprendido ante la falta de escrúpulos de Obama. Después de todo, sólo un día antes de dirigirse a la Asamblea General, Obama decía nada menos: "Ninguna nación puede dominar... a otra nación". La estupidez adolescente se acompañaba de la declaración de que "los alineamientos de las naciones arraigados en las divisiones de una Guerra Fría finalizada hace tiempo" de hecho "no tienen sentido en un mundo interconectado." ¿La OTAN, nuestras alianzas con Japón y Corea del Sur, nuestro paraguas sobre Taiwán, son sinsentidos? ¿Qué dicen nuestros aliados cuando oyen esa tontería?
Se dice que Bismarck dijo: "Existe una providencia que protege a los idiotas, a los borrachos, a los niños, y a los Estados Unidos de América." Bismarck nunca vio a Obama en la ONU. Sarkozy sí.
© 2009, The Washington Post Writers Group
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