Gral. (r. ) Luis Ernesto Gilibert
El Nuevo Siglo, Bogotá
Diciembre 2 de 2009
LAS personas que hemos tenido la oportunidad de vivir o trabajar en ciudades y pueblos fronterizos donde la margen divisoria la compone una corriente de agua, sabemos la importancia que para los habitantes de los municipios marginales tienen los puentes, tanto que en la mayoría de estos lugares dichas infraestructuras fueron construidas en épocas inmemoriales, con medios, recursos y mano de obra propia de las comunidades pertenecientes a los países colindantes; con el tiempo las autoridades reconociendo su importancia y necesidad, terminaron apropiando recursos para complementarlos o reconstruirlos de la mejor forma posible.
Como sabemos, la totalidad de los habitantes fronterizos vive o trabaja en los dos lados del límite, compartiendo territorio de uno y otro país, a más de tener como se ha venido sosteniendo vínculos de tipo comercial, laboral, estudiantil, familiar y otros, todos de carácter eminentemente legal, por lo tanto el desplazamiento permanente de una margen a otra de los ríos es vital, requiriéndose para ello el medio de comunicación que proporcionan los valorados puentes, convertidos en joyas y orgullo del poco progreso de estas tierras olvidadas de las administraciones centrales.
La delincuencia que hace presencia por estos sectores, en un alto porcentaje dedicada al contrabando, no utiliza los caminos ni las vías regulares para alcanzar sus fines, por el contrario, el desplazamiento se efectúa apoyándose en los desechos o trochas despejadas por ellos mismos, burlando la presencia de las autoridades del lugar. Otro tipo de actividades un poco al margen de la ley como son los migrantes ilegales, que buscan una mejor forma de vida en otros países diferentes al propio, también violan las normas que regulan esta actividad, empleando los caminos secundarios controlados por organizaciones dedicadas a esta labor, utilizando en el recorrido regiones distantes de la civilización, donde nuestros estimados puentes facilitan los desplazamientos de gentes trabajadoras y honestas.
Ahora; en cuanto a los armados ilegales, permítanme evocar mis años de instrucción sobre el tema en las escuelas de formación: durante las prácticas se nos enseñó que los desplazamientos de los combatientes nunca se efectúan por las carreteras ni vías principales o secundarias, al contrario, se debe recurrir a el monte para evitar enemigos y pasar inadvertidos de cara a la población civil, ¡si existe un lugar de riesgo para una emboscada son los puentes¡, por lo tanto recurrir a estos durante la practica era una falla y el hacerlo en el combate una estupidez. Seguramente no faltaran los críticos sobre el tema, sosteniendo que el Ejército necesita de puentes para pasar los tanques, vehículos y demás armamento pesado, a ellos les recuerdo que las fuerzas militares construyen los puentes cuando los necesitan, y los desmontan una vez apoyado el personal para esto existen los ingenieros militares. No me explico cómo un militar puede sostener que hay necesidad de volar puentes para evitar el uso de estos recursos por parte de los armados ilegales, olvidando la gran necesidad que las comunidades tienen de éstos.
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