martes, 15 de diciembre de 2009

Correa y Chávez, condenados

Fernando Londoño

La Patria, Manizales

Diciembre 15 de 2009



Saltó la liebre donde menos la esperábamos. Porque fue de la huerta de Correa, con esa Comisión de la Verdad que se inventó, toda de amigos, que encabezaba, precisamente, un tal Huerta. Los diarios, tan despistados como casi siempre, presentaron la noticia como favorable al Presidente del Ecuador, y pésima para Colombia. Es exactamente al revés. Miremos por qué.


El agravio contra nosotros estaría en que la inteligencia para localizar a Raúl Reyes, antes de darlo de baja, se habría hecho desde la Base de Manta. Lo que no tendría ninguna gravedad, si fuera cierto. Para eso están los amigos, diríamos, y la lucha contra el terrorismo no admite barreras. Pero no fue cierto. Ni la inteligencia ni el ataque, como también se había sugerido, vinieron del extranjero. Todo fue pura cocina criolla.

Pero lo más importante viene enseguida. Porque a fuerza de absolver al Gobierrno de Correa de todo cargo por relaciones pecaminosas con Raúl Reyes, el informe agrega que el famoso Larrea sí estuvo en el campamento de Reyes, allá donde moriría unos días después. Lo que lo deja como un mentiroso, porque juró por mil biblias -aunque no crea en ninguna- que la reunión se hizo fuera de Ecuador y de Colombia, en un tercer país que nunca precisó. Pero además de mentiroso, lo que no es mucho en este mundo en que vivimos, quedó como terrorista probado. Nadie, sin serlo, se va para la selva, al borde de la frontera con Colombia, a un campamento cuyas señales le tienen que haber dado con mucho cuidado, a entrar en diálogo con semejante asesino, narcotraficante, abusador de niños, sembrador de minas, volador de oleoductos, depredador de selvas y asaltante de pueblos, como era Reyes y como tenía que saberlo Larrea.

Larrea es Correa. Es de su entraña. Es su amigo, su consejero, su portavoz, su escudero. Con lo que probada la vecindad entre Larrea y Reyes, queda establecida la culpa de Correa y de contera la responsabilidad del Gobierno del Ecuador.


Pero la cosa sigue mucho mejor. Porque la Comisión de la Verdad de Correa denuncia las relaciones de Raúl Reyes con el comandante, coronel, camarada paracaidista y Presidente Hugo Chávez, a través de Iván Márquez, el hombre de Reyes, que pasa a ser el hombre de Chávez.


Esas relaciones aparecen meridianas en los famosos computadores, el tesoro que Colombia malbarató en una de esas salidas en falso de nuestro Presidente, que para aquello de las relaciones internacionales nunca anduvo bien dotado.


Chávez y Márquez eran íntimos y entre ambos definían todo lo que debía hacerse para respaldar a las Farc, tanto en la arena de las relaciones con el mundo, como en aquellas minucias de proveerle armamento pesado, municiones y otros elementos de guerra. Pero para esas pláticas tan sabrosas y constructivas, era preciso que Márquez dispusiera de un buen sitio desde donde despachar sus asuntos. Nada mejor que una linda oficina en Caracas, probablemente en las cercanías del Palacio de Miraflores, aunque ese detalle, hasta donde sabemos, no lo trae el informe que comentamos.


Hasta ahí las cosas serían demoledoras para nuestros vecinos presidentes. Pero empeoran. Y es cuando se descubre que la famosa Continental Bolivariana, ese aquelarre de comunistas de toda esta región, declarada amiga de las Farc, por lo mismo de Reyes, por lo mismo de Márquez y por lo mismo de Chávez, sesionaba en el Fuerte Tiuna, que es como decir que si lo hiciera en el Cantón Norte de Bogotá.
En suma, que la guerra contra Colombia, con sus muertos innumerables, sus niños rehenes, sus campesinos amputados, sus pueblos en ruinas, sus secuestrados, todo se prepara desde el corazón militar de Venezuela. Como lo ha dicho el presidente Uribe Vélez y como no se cansa de repetir nuestro Ministro de Defensa, Gabriel Silva. Pero lo dicen y lo repiten en vano, porque nadie quiere creerles. Pero ahora, cuando viene la sentencia de su amigo íntimo, Rafael Correa, nadie podrá negar que Chávez es socio de las Farc, y como ellas, un miserable terrorista.

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