viernes, 4 de diciembre de 2009

El Congreso Nacional

Rocío Vélez de Piedrahita

El Colombiano, Medellín

Noviembre 4 de 2009

"El campo de la política, tierra donde se fermentan todas las pasiones y donde se crían las plantas más venenosas?". (Marco Fidel Suárez).


A pesar de honrosísimas excepciones que dejan espacio a la esperanza de épocas mejores, la opinión generalizada sobre los congresistas es negativa. Veamos datos tomados de una información de la más alta confiabilidad, algunas de cuyas frases pongo entre comillas.


El congresista se elige para un período de cuatro años, con un sueldo de 19 millones de pesos el cual, después de algunos descuentos, queda en 14 millones, suma que, en manos 'honorables', está justificada.

Recibe, además, un emolumento llamado Unidad de Trabajo Legislativo, UTL, de 20 millones mensuales. Esta unidad está compuesta por personas que contrata el Congreso, con el fin de que el trabajo de los congresistas pueda ser eficiente. Afortunadamente hay congresistas que utilizan este dinero para lo que fue pensado, o sea para pagar conductor, secretaria, dos abogados que estudian los proyectos y preparan informes detallados, que orientan al congresista en el terreno legal, que puede no ser el del parlamentario, un comunicador, dos investigadores que preparan proyectos e investigan sobre los debates y un encargado del trabajo político.


Hay congresistas que rinden informes minuciosos sobre estos gastos. Lo grave es que los hay que burlan esta obligación y "triangulan esos recursos en beneficio propio -o sea corrupción-, o cobran un 'impuesto' a los favorecidos con recomendaciones para puestos -o sea abuso- y no pocos se benefician de los contratos que consiguen para las comunidades que representan". "? Que se logren gastar 1.000 o 2.000 millones de pesos en una campaña, faltando tres meses para las elecciones, no puede entenderse sino imaginando la acumulación de recursos de la UTL".


La información que conseguí no habla de 'obligaciones', sino de 'funciones' de un congresista, y son: a) producir leyes propias o como ponente de las de otros; b) ejercer control político a tareas o decisiones del gobierno y los empleados públicos; -esta función no incluye el ataque y seguimiento a la vida de los parientes de funcionarios, a cualquier nivel, algo que muchos no tienen claro-; c) hacer gestiones a favor de las comunidades en regiones de su influencia. El trabajo práctico tiene lugar los martes y miércoles en comisiones por las mañanas y plenarias en la tarde o inicio de la noche. Se supone que los otros días son para estudiar proyectos o ponencias, hacer recorridos regionales en ciudades y municipios.


Eso en el papel, y los que son 'honorables', cumplen. Para otros la realidad es diferente. No todos los congresistas estudian concienzudamente antes de hacer debates; los hay que pasan ¡hasta meses! sin asistir al Congreso o se inscriben en el quórum electrónico para demostrar que asistieron y luego se retiran. Otros asisten sólo de martes a miércoles y luego regresan a sus ciudades.


Debería ser obligatorio que semanal o mensualmente se informara por los medios sobre la asistencia y el trabajo de los congresistas. Ver las transmisiones televisadas ayuda a comprobar quiénes asisten, quiénes intervienen, qué proponen, cómo sustentan lo que dicen; es la única manera que tiene el ciudadano del común para saber cómo votar, a quién creerle, a quién apoyar. Nuestro consuelo y esperanza son los honrados que, para que el Congreso no acabe totalmente en manos destructoras, permanecen ahí y cargan con el desprestigio que les acarrean los que Marco Fidel calificó como 'plantas venenosas'.

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