martes, 1 de diciembre de 2009

El debate del cambio climático: asustácticas

Alberto Carrasquilla

El Espectador, Bogotá

Noviembre 30 de 2009

La idea de que la temperatura sube por causas humanas y que revertirla implica modificar la manera como se genera riqueza distan de ser hechos aceptados unánimemente.

En El Dormilón Woody Allen nos presenta al clarinetista Miles Monroe, quien maneja una tienda naturista y anda obsesionado con la alimentación saludable. Un buen día, en el contexto de un procedimiento médico rutinario, es accidentalmente sometido a un sueño de doscientos años. Despertado por un grupo rebelde con fines conspiratorios, Miles se entera que mientras dormía, la ciencia alimentaria había avanzado en direcciones para él pasmosas: el brócoli es muy perjudicial para el organismo y los chorizos prolongan la esperanza de vida.

La película es hilarante, e ilustra un punto muy de fondo. En el largo proceso entre los primeros resultados científicos atinentes a diferentes riesgos a los cuales estamos potencialmente sometidos los seres humanos, y su aceptación definitiva en la comunidad científica, si la hubiere, tendemos a brotes de desasosiego, intranquilidad y hasta susto.

Esto no siempre es una mala cosa. Los primeros informes sobre los riesgos derivados del tabaquismo, por ejemplo, precedieron por décadas la aceptación definitiva del hecho y mejoraron, sin duda, la calidad de vida de millones de personas. Ello, sin embargo, no es el caso usual y la lista de enemigos que, al cabo, resultaron ser imaginarios ha causado incomodidades innecesarias y costosas.

El caso del cambio climático es paradigmático, como lo muestran un par de episodios recientes. La idea de que la temperatura está subiendo por causas humanas, de una parte, y de que revertir esta nefasta tendencia implica modificar a fondo la manera en que los humanos generamos riqueza, de otra parte, distan de ser un par de hechos aceptados unánimemente en la comunidad científica.

Respecto de lo primero, lo cierto es que los modelos utilizados en la actualidad para estimar y proyectar el tipo de escenarios que le permitieron a Al Gore y al IPCC ganarse el Nobel de la Paz, son todavía muy primitivos. Quienes defienden la doble tesis de que hay calentamiento global y que es causado por la actividad humana han utilizado, con frecuencia, asustácticas abyectas, como el ocultamiento de información y el veto a publicaciones académicas contrarias, como lo muestra a las claras la publicación de cientos de e-mails y programas de computador que cuestionan gravemente la credibilidad de la prestigiosa Unidad de Investigaciones Climáticas (CRU) de Gran Bretaña y de varios expertos que lideran los informes del galardonado IPCC.

Respecto de lo segundo, es ilustrativo el tratamiento dado al capítulo sobre el tema contenido en el libro Superfreakonomics, que acaba de aparecer y que defiende la idea de que el calentamiento es una realidad, pero que hay iniciativas mucho menos costosas para combatirla que las usualmente esgrimidas, tesis que se ha planteado, por lo demás, muchas veces desde hace muchos años. El hecho es que, indignado, el señor Joe Romm, gran cardenal del macartismo climático, le pidió a Ken Caldeira, quien es una fuente en el libro que comento, una frasecita que ayudara a desacreditar el planteamiento del libro, la cual obtuvo parcialmente, sacándole gran millaje. Caldeira, al cabo, terminó diciendo que recibió un trato justo por parte de los autores del libro, que lo habían malinterpretado, pero que habiendo tenido la oportunidad de aclarar, asumió la responsabilidad de no hacerlo y lamentó haber cometido un error dejándose llevar por un picapleitos como Romm.

Utilizar asustácticas climáticas ha sido perjudicial para un debate que es trascendental y sin duda explica buena parte de dos realidades. Primero, la Conferencia de Copenhague, que empieza en una semana, no va a producir, dicen los conocedores, resultados concretos. Dos, el público en Estados Unidos, país decisivo a la hora de forjar acuerdos globales, es cada vez más escéptico.

* Ex Ministro de Hacienda

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