jueves, 17 de diciembre de 2009

Estridencia y desarrollo urbano

Kenneth Loewy

El Heraldo, Barranquilla

Diciembre 17 de 2009

La densificación urbana no solo es una tendencia derivada de un mayor aprovechamiento del suelo sino también uno de los factores determinantes de la calidad de vida y la sostenibilidad en las ciudades modernas. La división monofuncional de la ciudad en zonas de habitación, trabajo, recreación y abastecimiento, que se conectan a través de una amplia red vial, ha incrementado los requerimientos de movilidad motorizada, que es la fuente de una congestión vial y contaminación ambiental cada vez mayor.

De allí que los urbanistas están repensando la ciudad y volver al uso polifuncional, que expresado en nuestro ordenamiento territorial significa usos múltiples del suelo, en los cuales pueden desarrollarse el hábitat, el comercio, el esparcimiento, las instituciones y servicios.

No obstante lo anterior, la planificación urbana local sigue en el sentido contrario. El diseño de ocupación corresponde a una ciudad fragmentada por usos del suelo monofuncionales y estratos sociales. Y no es por falta de conocimiento de las nuevas tendencias en el diseño urbano, sino porque carecemos de una institucionalidad que se articule de manera efectiva a través de una autoridad, y garantice el respeto de las normas mínimas de convivencia.

Explicado en términos más prácticos, a todo vecindario le conviene contar con una tienda, una panadería, una farmacia, un restaurante, o un parque a la vuelta de la esquina, accesible a pie, donde además de abastecerse y recrearse se pueda interactuar con otros ciudadanos. Sin embargo, si la tienda se convierta en taberna, el restaurante en discoteca, el parque en centro de distribución de drogas o de encuentro de pandillas, a nadie le interesa inducir o facilitar que en las zonas residenciales se den esos otros usos complementarios del suelo.

Por lo anterior, resulta imprescindible que haya continuidad y firmeza en los controles que se vienen adelantando para mitigar el estridente ruido que emiten algunos restaurantes, bares, tabernas, discotecas y automóviles. Si bien se encuentran en corredores que permiten su operación, ello no es una autorización para emitir el ruido que les plazca, y afectar al vecindario residencial, que tiene todo el derecho a un vivir en paz y tranquilidad. Además, ahora los modernos equipos de sonido emiten unos bajos estridentes, que no pueden ser bloqueados ni siquiera por las ventanas cerradas y unos buenos tapones de oído. Situación que se agrava en la medida en que proliferan los vehículos que cuentan con una amplificación equivalente a la de un picó.

Las ciudades que registran la mejor calidad de vida son dos que casualmente se caracterizan por un uso denso y polifuncional del suelo. Lo común es encontrar tanto en Zurich como en Viena diferentes usos hasta en una misma edificación. Por lo general hay comercio y servicios en el primer piso, oficinas en el segundo, y vivienda en los superiores.

El resultado de la excelente calidad de vida de esas dos ciudades sólo ha sido posible gracias al ejercicio de una autoridad que de manera permanente y eficaz preserva el respeto de las normas. Mientras no resolvamos con continuidad y firmeza la reincidente violación de las reglas más elementales de convivencia, la planificación urbana sostenible, independientemente de los criterios que se adopten, será letra muerta.

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