jueves, 17 de diciembre de 2009

Ignorancia supina

Ernesto Yamhure

El Espectador, Bogotá

Diciembre 17 de 2009

En tres clases dividía Rochefoucauld la ignorancia. No saber aquello que debe saberse, saber erróneamente lo que se sabe y saber lo que no debe saberse.

Pues bien, pareciera que el autor del editorial del Washington Post, publicado el martes de esta semana y en el que se atacó la reelección presidencial en Colombia, es un docto discípulo de la definición tripartita arriba enunciada.

Veámoslo por partes. No saber aquello que debe saberse: quien redactó esa nota, se dio a la tarea de enunciar los regímenes autoritarios que están imponiéndose en la región. Puntualmente, mencionó a Venezuela, Nicaragua y Bolivia, países apresados por la satrapía. Ese no es el caso de Colombia. Acá hay una democracia sólida, pero amenazada por el terrorismo y el narcotráfico encarnado en las Farc, organización que goza de la más alta estima en los gobiernos de Caracas, Managua y La Paz. La razón fundamental que movió al pueblo colombiano para que, a través del ejercicio de su soberanía busque una segunda reelección, es el temor de que, a las malas, se imponga en nuestro país un régimen afecto al macabro engendro denominado Socialismo del Siglo XXI.

El otro componente de la definición de Rochefoucauld es el de saber equivocadamente lo que se sabe. Cree el desafortunado editorialista del principal diario de Washington que nuestras condiciones políticas son semejantes a las de los países regidos por el modelo chavista. Claro que no. Colombia es un país de instituciones sólidas, respetuoso de los derechos de la oposición. Es la nuestra una nación en la que ningún medio de comunicación ha sido amenazado con el cierre o con la cancelación de su licencia de operación.

Si esta fuera la dictadura que algunos bellacos intentan vender en el exterior, ciertos los periodistas y opositores no podrían referirse al Gobierno y al jefe del mismo en los términos que utilizan y que la mayoría de las veces trasciende la frontera de la decencia y el respeto.

La idea de un tercer período de la seguridad democrática en cabeza del presidente Uribe no surgió de la Casa de Nariño, sino de la gente, de los millones de colombianos que temen que el país vuelva a recorrer los horribles caminos del Caguán. Son esos mismos ciudadanos que, a pesar del desgaste natural que conlleva un Gobierno de casi ocho años, en un 57% están listos a votar por la continuidad de un estilo de gobierno que por primera vez en la historia ha puesto el acento en las necesidades de la gente.

Saber lo que no debe saberse. Ahí el tercer y más importante componente de la definición de nuestro escritor francés que hemos tomado como punto de referencia. Al leer el editorial del Washington Post, se nota claramente que su autor es un profundo conocedor de la debacle que ha generado la pandilla de forajidos, émulos del dictador Chávez. Al dedillo conoce cómo opera ese concierto de embaucadores que han llevado a sus respectivos países al borde del abismo infinito. Pero su ignorancia sobre Colombia es supina. No tiene ni la menor idea de que con Uribe se han capturado más de 30 mil guerrilleros, o que el año pasado las exportaciones crecieron en un 25,5%, sin dejar de lado indicadores tan sensibles como el número de secuestros que ha registrado una disminución del 55%.

La ignorancia sobre Colombia muchas veces conduce a que observadores internacionales, obnubilados por los argumentos chimbos de ciertos mamertos, hagan planteamientos desacertados como el del editorial de que he hablado y en el que erróneamente se pide que Uribe no vaya por un tercer período

No hay comentarios: