José Fernando Isaza
El Espectador, Bogotá
Diciembre 17 de 2009
En los últimos 25.000 años, el clima de la Tierra ha tenido los siguientes ciclos: entre los 25.000 y 10.000 años el gran glaciar que cubría Europa y el norte de América empieza a retroceder; el retiro se produce hace 10.000 años. Las nieves perpetuas que coronan los Andes de la zona ecuatorial se van reduciendo 2.000 años atrás y muchas desaparecen a mediados del siglo pasado.
Cerca del año 1000 de nuestra era se inicia un período de calentamiento que se denomina la “primavera medieval”. La máxima temperatura se produce hacia el año 1250 con temperatura similar a la actual. Hacia el año 1350 la temperatura desciende 1°C y crea la “pequeña glaciación”. Esta tendencia se revierte hacia el año 1870, y la temperatura crece hasta 1940, período que coincide con el aumento del CO2 en la atmósfera, causado en parte por el uso de combustibles fósiles. Ese aumento de la temperatura de 0,8°C y del CO2 contribuyó a incrementar la productividad agrícola.
En el período 1940-1976, a pesar de las fuertes emisiones de CO2, la temperatura desciende un poco. En ese período la preocupación de muchos científicos era cómo prevenir una pequeña glaciación. La tendencia se revierte y desde 1976 la temperatura crece a una “velocidad” de 1,8°C por siglo, tres veces más rápido que un siglo antes.
Por el llamado “principio de precaución” la humanidad debe tomar las medidas para reducir y aun anular esta tendencia. Es posible que el delicado equilibrio de la temperatura atmosférica pueda afectarse irreversiblemente por la acción del hombre. Existen causas no antrópicas que causan calentamiento y glaciaciones; una de ellas es la propuesta por Milankovitch (1879-1958) que correlaciona la excentricidad de la órbita de la Tierra, la oblicuidad del eje de rotación y el bamboleo de ésta con los períodos glaciales. Otros factores son: la actividad solar y la volcánica. Hacia 1960-70 el temor a un nuevo período glacial se intensificó al comprobar que la oblicuidad del eje estaba reduciéndose y este fenómeno se correlaciona con reducciones de temperatura media. Es posible que la actividad del hombre, sin proponérselo, haya alejado una pequeña glaciación, pero fue más allá y pone en riesgo la biósfera.
La temperatura de la atmósfera está regulada por la cantidad del CO2 y es sensible a la capacidad de los océanos para almacenarlo. Un pequeño aumento de temperatura reduce la capacidad de absorción oceánica del anhídrido carbónico, esto a su vez aumenta la temperatura y reduce aún más la posibilidad del océano de retenerlo. El aumento de temperatura derrite más rápido la nieve invernal, disminuyendo así la radiación al espacio exterior. Este fenómeno de retroalimentación positiva desencadena aumentos de temperatura más que proporcionales. El fenómeno inverso también se da. Hace cerca de 10.000 años, por algún fenómeno, aumentó el CO2 en la atmósfera. Al crecer la temperatura se van reduciendo los glaciales y el océano expulsa CO2. En esta forma se terminó la edad de hielo en pocos siglos.
Para reforzar el principio de precaución, se corre el riego de derretir el permafrost (tierras heladas de Siberia, Alaska, Canadá) lo que emitía una emisión de gas metano (gas natural) que tiene un poder de efecto de invernadero 25 veces mayor que el CO2.
Es de esperar que la reunión de Copenhague traiga compromisos reales y los reconocimientos se otorguen por los hechos y no por las promesas.
* Rector Universidad Jorge Tadeo Lozano
No hay comentarios:
Publicar un comentario