lunes, 7 de diciembre de 2009

La absolución de Arango Bacci

José Miguel Alzate

El Tiempo, Bogotá

Diciembre 6 de 2009

La sentencia absolutoria proferida por la Corte Suprema de Justicia en el proceso contra el almirante Gabriel Arango Bacci era de esperarse. Procesado por los delitos de concierto para delinquir agravado, revelación de secreto, prevaricato por omisión y cohecho propio, el alto oficial de la Armada Nacional ha vivido durante dos años y medio un calvario que ningún colombiano quisiera sufrir. Primero fue la investigación interna para establecer la veracidad de las denuncias en su contra. Luego fue retirado de la institución y, posteriormente, llamado a juicio. Días más tarde se le libró orden de captura y fue privado de la libertad. Algo humillante para un oficial de alta graduación.

Durante el juicio se probó que las pruebas para incriminar al almirante Arango Bacci por los delitos que se le imputaban fueron un montaje en su contra, orquestado desde la cúpula de la misma institución. Este montaje buscaba, según parece, impedir su llegada a la comandancia de la Armada Nacional. Así se desprende de la decisión tomada por la Corte Suprema de Justicia en el sentido de compulsar copia del proceso a la Fiscalía General de la Nación para que abra investigación contra el almirante Guillermo Barrera, comandante de la Armada Nacional. En concepto del Ministerio Público, se armó un complot para enlodar la carrera de Arango Bacci.

¿Por qué se inició el proceso contra el almirante Gabriel Arango Bacci? Por tres razones: su nombre apareció en un computador del narcotraficante Juan Carlos Abadía, alias 'Chupeta', donde, según las denuncias, favorecía su actividad delictiva con el movimiento de una fragata ubicada en el Caribe. Luego aparecieron unos recibos por elevadas sumas en dólares, con la huella dactilar del alto oficial. Después se habló de una reunión con un narcotraficante, a la cual supuestamente asistió el almirante. Con este acervo probatorio, la Armada Nacional remitió la investigación a la autoridad competente. Se inició así un proceso judicial que puso su nombre en la picota.

¿Qué pasó luego? Que después de una investigación en la que se allegaron todo tipo de elementos procesales, el procurador segundo delegado para la investigación y el juzgamiento penal, Jaime González Sarmiento, pidió a la Fiscalía la absolución del implicado argumentando que, para poder dictar sentencia condenatoria, se debía tener certeza de la conducta punible. La Fiscalía acogió esta petición al comprobar que algunos documentos no tenían valor probatorio. Lo que quiere decir, en lenguaje llano, que las pruebas aportadas al expediente fueron fabricadas, es decir, fueron un montaje amañado para lograr un efecto destructor. Una infamia que deja en claro la condición humana de quienes lo idearon.

El caso del almirante Arango Bacci trae a la memoria lo que le pasó al capitán del ejército francés Alfred Dreyfus, acusado de haber entregado a los alemanes secretos militares. Como el almirante Arango Bacci, durante el juicio, Dreyfus alegó su inocencia. Pero sus propios compañeros de armas, integrantes del tribunal militar encargado de juzgarlo, lo condenaron a prisión perpetua teniendo como base un informe falsificado. El juicio se reabrió como consecuencia de la carta abierta publicada por Émile Zola en el periódico 'L'Aurore', conocida con el título 'Yo acuso'. Se comprobó entonces que quien reveló los secretos fue el mayor Ferdinand Walsin Esterhazy. Sin embargo, se conspiró para protegerlo y este fue absuelto sólo para evitarle una vergüenza al ejército francés.

A Dreyfus se le absolvió después de 12 años de pagar condena por un delito que no cometió. Fue rehabilitado en su condición de militar, y condecorado en ceremonia pública con la Legión de Honor. A Gabriel Arango Bacci lo absuelve la Corte Suprema de Justicia después de año y medio de estar detenido. ¿Cómo le van a restituir su honor? ¿Cómo va a recuperar su buen nombre? Sobre los responsables de este montaje debe caer todo el peso de la justicia. La Armada Nacional no tiene otra alternativa que reincorporarlo a sus filas. Pero ni aun así se reparará el daño hecho a un hombre que siempre alegó su inocencia. Un daño que, colateralmente, lo sufrió toda su familia.

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