Saúl Hernández Bolívar
El Mundo, Medellín
Diciembre 14 de 2009
Sensatez: Que alguien como Rafael Pardo, así sea por razones burdamente electoreras, ponga en la palestra la necesidad de intensificar la aplicación de programas de control natal, pues el desmadrado crecimiento demográfico es una de los más graves causas de la pobreza y la criminalidad.
Insensatez: Que el procurador general Alejandro Ordóñez, anteponga sus criterios religiosos a las necesidades sociales. Ni los niños traen “un pan bajo el brazo”, ni el sexo es sólo para “traer hijos para el cielo”. Hay que educar para evitar la promiscuidad, pero considerar como abortiva una píldora anticonceptiva de emergencia, es volver a épocas oscurantistas en las que se creía que los espermatozoides tenían alma.
Sensatez: Prohibir el porte de drogas, la llamada ‘dosis mínima’ que tanto mal le ha causado a Colombia desde que la Corte Constitucional —por iniciativa de Carlos Gaviria Díaz— le dio vía libre como un ‘derecho inalienable del individuo’. Además, es un acierto que el enfoque de la prohibición sea terapéutico y no punitivo, en consideración a que el consumidor no es un criminal sino un enfermo.
Insensatez: La de quienes siguen considerando que el consumo de drogas es un asunto que sólo compromete al ‘usuario’ y a nadie más, y que se trata de algo ‘sano’ y netamente ‘recreativo’.
Negar las tragedias individuales, familiares y sociales que se esconden tras el consumo de drogas es un acto de cinismo. En julio pasado, una mujer de 45 años, madre de cinco niños, fue asesinada a golpes en su casa en Medellín, por un vicioso al que ella le reclamó por los perjuicios que la causaba su desaforado consumo de marihuana junto a la casa de la occisa. Lo peor es que a nadie le importó, el país estaba absorto en el ridículo escándalo por la muerte de un hipopótamo.
Sensatez: La extradición de David Murcia y toda la cúpula de DMG a EEUU, pues sólo allá es posible que les impongan penas recíprocas al daño causado. A Bernard Madoff lo condenaron en ese país a 150 años; mientras que en Colombia, a la dueña de la pirámide ‘People Winner’, Flor Marina Romero, la acaban de condenar a tan sólo seis años de prisión, y por la facilidad con la que se otorgan beneficios en nuestro país, en un par de años estará en la calle.
Insensatez: Prestarle oídos a la solicitud de Salvatore Mancuso, quien propone repatriar a los paramilitares extraditados con el supuesto fin de esclarecer sus delitos y contribuir con verdad y reparación para las víctimas. Es obvio que lo que ellos pretenden es salvarse de las crueles cárceles gringas y regresar a seguir traficando y controlando medio país. Muy grave si se considera, además, el otrora inimaginable contubernio que tienen con Piedad Córdoba y otras yerbas.
Sensatez: Proscribir la participación en política de cualquier movimiento de origen chavista, o que declare simpatía o afinidad por cualquiera de sus movimientos ‘bolivarianos’ —como la Coordinadora Continental Bolivariana—, y/o se niegue a condenar las prácticas terroristas de cualquier grupo ilegal.
Insensatez: Permitir la inscripción del candidato chavista a la Presidencia de Colombia David Corredor, quien dice haber recogido las firmas necesarias. Esa es una candidatura patrocinada por Hugo Chávez, el más conspicuo aliado de los terroristas de las Farc y el principal factor de desestabilización de la democracia en el continente; por tanto, no es bienvenida en nuestro país.
Sensatez: La decisión de la Compañía Nacional de Chocolates de no pautar más en programas dañinos para el televidente colombiano como ‘El Capo’ y ‘Pandillas Guerra y Paz’. No es moralismo, es que la televisión termina validando lo que muestra, sobre todo en mentes incultas. No es un buen mensaje que ‘El Capo’ triunfe en 50 capítulos y sólo pierda en el último, eso es precisamente lo que seduce a una juventud sin proyecto de vida.
Insensatez: Que los medios de comunicación le sigan abriendo espacios a Ernesto Samper Pizano, el peor presidente que ha tenido el país en su historia reciente, digamos los últimos 190 años.
Un sujeto malicioso que ahora le carga maleta a Hugo Chávez, quién sabe con qué retorcidas intenciones.
Sensatez e insensatez, los polos entre los que fluctúa la realidad nacional.
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