Elsa Gladis Cifuentes
El Nuevo Siglo, Bogotá
Diciembre 1 de 2009
Hemos radicado en el Congreso de la República un nuevo proyecto de Ley que busca sancionar penalmente a las personas que suministren pólvora a menores de edad.
Cada año son muchas las noticias que escuchamos sobre menores quemados, a los cuales se les ha tenido que amputar partes de su cuerpo o quedan con secuelas permanentes por la utilización irresponsable de este tipo de elementos.
Los resultados de una quemadura por pólvora pueden ir desde cicatrices profundas hasta amputaciones de dedos, manos, piernas o ceguera y su recuperación es costosa y no siempre plena.
De hecho, tal como lo afirma Patricia Gutiérrez, jefa de la unidad de quemados y cirugía plástica del Hospital Simón Bolívar “La hospitalización por quemadura es larga, dolorosa y costosa -no menor de 30 días y con un valor cercano a los 40 millones de pesos-. Reincorporar a la sociedad a una persona quemada para que sea productiva es algo difícil”.
No nos enfrentamos aquí a problemas de salud pública sino a la actitud desinteresada de muchos adultos quienes expenden o permiten que los menores de edad jueguen con pólvora sin ningún tipo de control, supervisión o vigilancia. Por ello es necesario penalizar la venta de pólvora a menores y a quienes permiten que éstos jueguen con ella, dados los grandes riesgos en que se encuentra la integridad y la vida de un menor cada vez que tiene contacto con pólvora.
Una persona mayor puede decidir en forma libre e informada lo que es bueno o no para su vida. Permitir a un menor, que no es consciente de los graves riesgos a los que se expone el manipular la pólvora, vendiéndole o siendo permisivos con su uso, debe ser un acto reprochado por la sociedad y sancionado desde el ámbito penal.
Comienza una nueva temporada navideña, la culminación de un año que seguramente dejará muchos recuerdos buenos y otros no tanto; este es un tiempo de alegría, de unión familiar, de gratos momentos alrededor de un pesebre o simplemente de una buena cena.
Queremos hacer un llamado de atención a toda la ciudadanía, a reflexionar sobre nuestras responsabilidades en la educación y el sano crecimiento de nuestros menores, que las fiestas que se avecinan sean un remanso de alegría y no una causa de dolor. Las personas podemos disfrutar de todos los espacios y recursos culturales, fiestas, aguinaldos, reuniones hasta el amanecer son válidas, son motivos para demostrar nuestra alegría. Pero es claro que debemos actuar con responsabilidad.
Los excesos pueden traer un futuro poco prometedor para el año venidero. Estamos aún a tiempo de disfrutar de una maravillosa temporada en armonía, llena de luces y colores y sobre todo, sana y libre de riesgos para nosotros y para nuestros menores.
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