Jesús Seguías
Diario de América, Nueva York
Febrero 19 de 2010
Era una noche cálida pero con mucha brisa en el Club de Macagua, en Puerto Ordaz. Un gerente de Edelca de alto rango llama a otro de su mismo nivel y le dice: “Hermano, vente para acá de inmediato, te tengo una sorpresa”.
El gerente se acerca y no puede creer lo que está viendo. Allí están sentados Celia Cruz, su marido Pedro Knight, y un hijo de este recién llegado de Cuba. Estos tenían 20 años sin poder verse (parte de la miserable división de los cubanos propiciada por Fidel Castro).
La cantante y su esposo llegaron casi clandestinos a Venezuela. La misión era encontrarse, también clandestinamente, con el hijo de Pedro quien llegó a Guayana junto a otros ingenieros electricistas que trabajaban para la Unión Eléctrica de Cuba, y quienes venían con la misión de ser entrenados por los técnicos y profesionales venezolanos en materia de electricidad.
Este encuentro, hasta ahora desconocido en el país, se produjo en 1996. Los cubanos lograron firmar un convenio con Venezuela para recibir asesoría en electricidad. Por cierto, el general cubano Ramiro Valdez, el “gran experto” que pidió Hugo Chávez para asesorarnos en electricidad no estaba entre los que vinieron a aprender. Él estaba dedicado a fortalecer el G2 cubano, temido organismo de terrorismo policial en ese país y uno de los mayores torturadores cubanos.
En ese entonces, Venezuela era uno de los países que poseía el mejor tren gerencial y profesional del mundo en energía eléctrica. La inmensa obra de Guri, la segunda hidroeléctrica más grande del mundo, después de Itaipú en Brasil-Paraguay, fue finalmente obra de venezolanos, luego que fracasaron los brasileros que fueron llamados inicialmente para construirla.
Allí comenzó a destacarse Venezuela en materia eléctrica. Dimos asesoría a muchos países, entre ellos Cuba. Tan brillantes han sido nuestros ingenieros eléctricos que los chinos firmaron un convenio con Venezuela, en enero de 1999, para que nuestro país los asesora en la construcción de la que hoy es la central hidroeléctrica más grande del planeta (“Tres Gargantas”). Ingenieros venezolanos volaron a Yichang, en la provincia de Hubei, en el centro de China, donde se estaba construyendo la represa para brindar asesoría en Manejo de Cuencas.
Así ha sido la calidad de los profesionales venezolanos que han construido el más moderno sistema eléctrico de América Latina, que planificaron con absoluta rigurosidad todo el campo energético de Venezuela, que diseñaron el aprovechamiento máximo de la Cuenca del Caroní, con cuatro centrales hidroeléctricas, para abastecer al emporio industrial de Guayana, al resto del país y también para exportar a Brasil y Colombia.
Así se diseñó y construyó el futuro energético del país. Nada era producto del azar o de la piratería. Había derroche de profesionalismo.
De todo ello no queda mucho. El 95% de los ingenieros venezolanos que enseñaron a los cubanos, a los chinos y los argentinos aún están vivos. Pero ellos han sido echados de sus puestos (despedidos o jubilados tempranamente) por el fanatismo y el sectarismo de quienes se autodefinen como “revolucionarios”. Nuestros profesionales de altas calificaciones han sido sustituidos por comisarios políticos que creen que con algunos slogans enmohecidos de Marx, Lenin, y Fidel Castro van a poner a funcionar a un país del siglo XXI.
El presidente Chávez no cree en los venezolanos (ni siquiera para que le cubran la espalda). A él le han preocupado más los problemas energéticos de sus socios socialistas de Cuba, Nicaragua y Bolivia que de los de Venezuela. Esa es la verdad que eluden, la que les duele, y que llevarán a cuestas hasta el fin de sus días. En abril sabrán los venezolanos cuánto perdón merece el presidente Chávez por tamaña irresponsabilidad.
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