Gabriela Calderón
El Diario Exterior, Madrid
Febrero 20 de 2010
Estaba leyendo Sables y utopías, de Mario Vargas Llosa, y ahí encontré un ensayo titulado ‘Entre tocayos’. En este, Vargas Llosa responde a un ataque del poeta Mario Benedetti publicado en El País (España) en 1984. Me llamó la atención que las críticas que Vargas Llosa recibía —hace 26 años— se parecen mucho a varias de las que recibimos hoy quienes opinamos a favor del liberalismo económico y político.
La doble moral. Vargas Llosa señala en su contestación la particular selectividad de Benedetti al momento de presentar víctimas de la persecución de intelectuales: “Olvida mencionar a un solo cubano, como si no hubieran pasado escritores por las cárceles de la isla y no hubiera decenas de intelectuales de ese país en el exilio”. Esa es la doble moral que todavía se aplica hoy. Los abusos de derechos humanos son malos si los comete un gobierno no izquierdista; suelen ser perdonables o lo que es peor, ignorados, si los comete un gobierno de izquierda.
Lo que irritó principalmente a Benedetti es que Vargas Llosa señaló al intelectual como “un factor del subdesarrollo político de nuestros países”. Por ejemplo: Neruda, cuya poesía Vargas Llosa considera “la más rica y liberadora que se ha escrito en castellano en este siglo” y de quien se pregunta: “¿Cómo pudo ser la misma persona que revolucionó de este modo la poesía de la lengua el disciplinado militante que escribió poemas en loor de Stalin y a quien todos los crímenes del estalinismo… no produjeron la menor turbación ética?”.
Ellos y nosotros. En el 84 Benedetti enmarcaba así el debate. El reproche que Vargas Llosa les hace a los intelectuales como él no es porque eran comunistas o socialistas, sino porque “lo fueran sin imaginación o espíritu crítico, abdicando del primer deber del intelectual: ser libre”. No intentaron confirmar sus teorías con la realidad. Todavía muchos no lo hacen. Es más fácil repetir lo popular y los clisés.
Dictadura de izquierda o de derecha. El maniqueísmo evidente en el artículo de Benedetti, así como en las críticas que he leído a las posturas liberales durante los últimos años, sigue presentando una falsa disyuntiva para América Latina, que Vargas Llosa mencionaba hace más de un cuarto de siglo: “La reacción y la revolución”. Como si cualquiera que se oponga a la dictadura en Cuba (o en Ecuador) seguramente es un fascista o militarista.
Vargas Llosa dijo: “A diferencia de él (Benedetti), que puede dedicar sus artículos a explicar lo que es y lo que quiere en política, yo debo dedicar mucho tiempo, tinta y paciencia a aclarar lo que no soy y a rectificar las tergiversaciones y caricaturas que me atribuyen los que se niegan en América Latina a distinguir entre un sistema democrático y una dictadura de derecha”. Me da mucha pena que en el 2010, aquellos que pensamos que la libertad individual es un valor que se debe aplicar no solo a la política sino también a la economía, sigamos teniendo que hacer lo mismo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario