Carlos Andrés Pérez
El Colombiano, Medellín
Febrero 6 de 2010
En marzo de 2009, el senador Jorge Enrique Robledo, que perteneció al Moir (movimiento que se hizo famoso por quemar banderas de otros países), y hoy es candidato nuevamente al Senado por el Polo Democrático, estaba haciendo lo que mejor sabe hacer: tratando de convencer a personas que no conocen la realidad de Colombia, de que este es un Estado cuyo único fin es violar los derechos humanos y matar sistemáticamente a los opositores.
Lo infame de su sermón, además de no ser cierto, es que este 'padre de la patria' echó sus discursos desde Canadá, donde fue a buscar micrófonos y aulas universitarias, para que le escucharan lo que aquí no es capaz de hacer oír en medio de una campaña como en la que estamos. La idea de su viaje era bloquear el TLC con ese país, el quinto del mundo en volumen de comercio.
En diciembre de 2009, el mismo senador se fue a los salones del Parlamento Europeo con un discurso calcado del que llevó a Canadá, para tratar de que a Colombia le frenaran las posibilidades de vender sus productos a una población de más de 500 millones de personas; como lo hacen hoy México y Chile y seguramente lo hará Perú primero que nosotros. La semana pasada recibimos la noticia de que un bloque parlamentario europeo pidió detener el proceso con Colombia, porque según Robledo y otros más, este país viola metódicamente y como política de Estado los más elementales derechos, y tiene en la mira a los sindicatos para exterminarlos.
Claro que el senador Jorge Robledo no contó ni en Canadá ni en Europa, que la cifra de sindicalistas asesinados se ha disminuido en 74% desde 2002 hasta 2008, según un estudio realizado por la Universidad de los Andes el año anterior. Nadie niega que sigan ocurriendo lamentables asesinatos y la presión por reducir ese número a cero, no puede parar.
Qué imagen tan distorsionada está creando este senador fuera de nuestras fronteras, el problema es que aunque aquí pocos le creen, afuera hay quienes sí lo hacen: la semana pasada el congresista de los Estados Unidos Jim McGovern dijo que "el pueblo de Colombia no sólo necesita estar protegido de las Farc, también de sus propias Fuerzas Armadas". Lamentable frase que contrasta con el 77% de los colombianos, que según Gallup y lo que se percibe en la calle, respaldamos a nuestras fuerzas constitucionales.
La cosa es que el que paga los platos rotos no es Uribe, como quisiera Robledo; somos todos los colombianos que nos aislamos a la fuerza, a causa del interés de este senador por figurar como estadista en una tribuna internacional.
P.S.: Dice Héctor Abad en su columna del domingo pasado que como Medellín no es gobernada por un uribista, entonces el presidente prefiere que aumenten los homicidios y que por eso no hace nada para frenarlos. Esta es la lógica y el nivel de los análisis cuando se hacen con el hígado y no con la cabeza.
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