Editorial
El Colombiano, Medellín
Febrero 19 de 2010
La situación económica de Grecia no puede ser más grave: su deuda pública supera el valor del PIB y su déficit fiscal es del 12,7 por ciento, que equivale a cuatro veces el permitido por las normas de conformación de la zona euro. Como consecuencia de lo anterior, esta moneda se ha devaluado alcanzando su nivel más bajo en nueve meses.
Pero las cosas no terminan allí. Se ha conocido que el gobierno griego utilizó complejas maniobras financieras, diseñadas en Wall Street, para enmascarar su creciente deuda y de esta forma financiar el abultado e insostenible gasto público. Esto se hizo a espaldas de los demás miembros de la Unión Europea (UE).
Estos hechos han puesto en duda la capacidad de Grecia para pagar sus deudas, especialmente cuando se tiene en cuenta que entre abril y mayo de este año acumula vencimientos por casi 30.000 millones de dólares. Adicionalmente, y lo que más preocupa a los países de la UE, es que se ha puesto en juego la credibilidad del euro, la cual depende, en buena medida, del compromiso interno de cada uno de sus miembros.
De esta forma, y para entender el significado y la dimensión del problema griego para la UE, esta crisis supone, para muchos analistas, la mayor amenaza que ha tenido el euro desde su creación hace 11 años.
Los temores en los mercados financieros mundiales y dentro de la Unión Europea no se limitan sólo a Grecia. Hay preocupación de que, con lo que pueda ocurrir con Irlanda, Portugal y, especialmente, con España por su tamaño, se produzca un efecto contagio o dominó que arrastre el euro y lesione seriamente el sistema bancario de países como Alemania y Francia.
Sin embargo, algunos analistas creen que aunque España también presenta un alto déficit fiscal, 11,4 por ciento, éste no es, como en el caso griego, resultado de una actitud fiscalmente irresponsable, sino que es producto de la burbuja financiera que dio origen a la reciente crisis mundial. No obstante, el gobierno español ha tenido que salir a explicar su plan de ajuste y a garantizar su cumplimiento.
Para el Nobel de Economía, Paul Krugman, la inflexibilidad del euro está en el corazón del problema que enfrenta la Unión Europea. Para este destacado economista, el problema es que las élites políticas forzaron a Europa a adoptar una única moneda mucho antes de que estuviera preparada para ello.
Parecería, entonces, que la crisis griega ha hecho evidentes los problemas estructurales de orden político, económico y social que enfrenta la Unión Europea, al tiempo que está forzando a los países miembros a encarar la decisión de fortalecerla, conformando una unión política en la que los países operen más como Estados de un único país, que como naciones independientes. No encarar este asunto implica un alto riesgo ante la posibilidad de que el sueño comunitario comience a desmoronarse.
Ello forzaría, de una vez por todas, la organización de una política económica y financiera común para todos los Estados, lo que conlleva la realización de un nuevo compromiso en el que los países miembros cedan buena parte de su soberanía fiscal y de su política macroeconómica para lograr que, finalmente, el euro funcione y se consolide.
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