martes, 16 de febrero de 2010

La "cubanización" de Venezuela (bis)

Editorial

El Mundo, Medellín

Febrero 16 de 2010

El frente en que más descarada y abierta ha sido la “cubanización” de Venezuela, como lo advertimos hace casi cinco años, es el militar.

EL MUNDO fue de los primeros periódicos, o quizá el primero que en Colombia denunció en un editorial con ese título – publicado el 26 de julio de 2005 – el ya, en ese momento, notorio fenómeno de la penetración cubana en Venezuela, que, a diferencia de la fantasmagórica o real “penetración yanqui” en países como Colombia, que tanto irrita a las izquierdas filo-marxistas, era y es una penetración abierta, consciente, deliberada y aun demandada y bien pagada por el coronel-Presidente Chávez. Hoy, más necesitado que nunca de apuntalar su revolución para otros 11 años – según proclamó en la reciente celebración de su undécimo aniversario en el poder – en medio de una crisis, que ya no sólo es política, económica, energética y social, sino de confianza en su propio aparato militar, la ‘cubanización’ alcanza niveles inimaginables aun para sus propios amigos y correligionarios.

Esa “cubanización” se da básicamente en los frentes educativo, de salud y militar. En el primero, con el desembarco de los “asesores” cubanos llegó la cartilla ideológica, marxista-leninista-guevarista, para reformar la educación desde el nivel elemental hasta el universitario, con un aliciente propagandístico muy llamativo, que es el de la educación física y el deporte, campo en el que indudablemente Cuba es una potencia regional. No le ha ido muy bien al señor Chávez con el “lavado general de cerebros”, pues una de las piedras que más le talla en el zapato es la creciente rebeldía estudiantil contra la reforma educativa y las medidas del régimen contra la libertad de expresión y de prensa.

En el frente de la salud, desde la firma del Convenio de Cooperación entre ambos países, en octubre de 2000, la presencia cubana es creciente. El ex ministro del Interior del régimen, Luis Alfonso Dávila, reconoce que en este momento hay más de 60.000 cubanos en Venezuela; las autoridades de la isla admiten que son 65.000, casi la mitad de los cuales son médicos, muchos de ellos aun sin graduarse, que llegan a Venezuela por períodos de seis meses. Adolfo Delgado, presidente de la Sociedad Bolivariana de Medicina, de orientación oficialista, dio este testimonio bien elocuente a la revista Semana (ver informe “La tenaza cubana”, en el número en circulación): “Es como si tienes un familiar que va a vivir a tu casa. Aunque los apoyamos y los queremos, llega un momento en que quieres tu privacidad. Los médicos venezolanos no quieren seguir siendo dirigidos por una misión extranjera”.

¿De dónde sale tanto médico cubano? A falta de otros campos de acción más eficientes desde el punto de vista económico, los cubanos aprovecharon para ocupar a la juventud estudiosa en carreras como la Medicina, una disciplina en la que no hay secretos y cualquiera puede acceder fácilmente a sus desarrollos en todo el mundo. El problema fue que se llenaron de médicos y qué mejor que aprovechar el superávit exportando sus servicios a Venezuela, abriendo una inusual y rica fuente de divisas para la empobrecida economía cubana. Lo grave, para los críticos del régimen, es que cada día hay más cubanos en posiciones claves del sistema de salubridad, lo que puede explicar, según El Universal, de Caracas, la salida de Carlos Rotondaro del Ministerio de Salud, quien habría renunciado tras nueve meses de gestión por “su rechazo a la incursión de cubanos en posiciones estratégicas de su cartera y en la dirección de los hospitales públicos del país”.

Pero el frente en que más descarada y abierta ha sido la “cubanización” de Venezuela, como lo advertimos hace casi cinco años, es el militar. Para entonces ya se habían creado las Milicias Bolivarianas, una copia al carbón de las milicias cubanas, con cerca de un millón de civiles armados, una fuerza paralela a los mandos militares bajo la dirección personal de Chávez. Tres años antes, éste había comenzado una purga de oficiales del Ejército y la Guardia Nacional que no le marchaban a su proyecto; al mismo tiempo, un proceso de adoctrinamiento de cadetes y jóvenes promociones de oficiales, con la asesoría de agentes del régimen castrista y, como estrategia para “comprar lealtades”, ordenó un incremento salarial del 50% para los oficiales y suboficiales de la FAN y del 60% para los cadetes y la tropa profesional y alistada.

Hace algunas semanas renunció, también alegando “motivos personales”, el vicepresidente y ministro de Defensa, Ramón Carrizales. De él también se dijo que la razón de fondo fueron sus profundas discrepancias con el Presidente, por la presencia de militares cubanos en niveles cada vez más altos de la Fuerza Armada Nacional y porque cada vez tienen más control de los organismos de inteligencia y contrainteligencia del Estado. Para el ex canciller Simón Alberto Consalvi, “con todo el extremismo reinante en el gobierno de Chávez la influencia cubana los está dividiendo. El presidente no confía en los venezolanos, su guardia personal es cubana y ellos controlan las salas de crisis en Miraflores. La seguridad de Chávez, en una palabra, depende de los cubanos”.

La tapa del congolo fue la llegada a Venezuela, como asesor en la solución del “apagón eléctrico”, del ministro cubano de Comunicación e Informática, Ramiro Valdés, un viejo compañero de armas de Fidel, héroe del Granma y del asalto al cuartel Moncada, fundador del G2, organismo de inteligencia cubano. Como dice irónicamente Teodoro Petkoff, en el editorial del diario oposicionista Tal Cual: “No se mueve a un tipo como Valdés para que venga a explicarnos como racionar la luz. Para eso es suficiente con mandar ingenieros eléctricos cubanos, comunes y corrientes, verdaderos expertos en apagar la luz”.

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