Juan Pablo Convers
El Tiempo, Bogotá
Febrero 5 de 2010
Con la misma velocidad e intensidad con la que el giro a la izquierda de años pasados llevó a Colombia a una situación de aislamiento regional, el vuelco a la derecha y la tendencia de la izquierda al pragmatismo y la moderación, que están reconfigurando el panorama latinoamericano, conducirán inevitablemente al coronel bolivariano, junto con su revolución socialista, al arrinconamiento político internacional.
Cuando en 1999 Chávez asumió el poder, en América Latina predominaban gobiernos de centroderecha, siendo Cuba su único aliado visible. Sin embargo, progresivamente, la balanza regional fue inclinándose en favor de los intereses político-ideológicos de una maquinaria encaminada hacia el autoritarismo, contándose para 2008 11 gobiernos autoproclamados de izquierda con variados matices.
Dicha situación, sumada al absoluto control interno de todos los poderes e instituciones y a un séquito de microestados caribeños leales a sus petrodólares, le permitió a Chávez un cómodo margen de maniobra para profundizar una peligrosa revolución que más que nacional se define como continental e, incluso, mundial. No obstante, la llamada "ola roja" se está destiñendo y la evidente influencia de Chávez en instancias como la OEA y la Unasur se está viendo deteriorada y el idilio socialista cayendo en picada.
El quiebre ideológico comenzó en mayo del año pasado con la abrumadora victoria de Martinelli en Panamá, quien venció en los comicios a la fuerza oficialista heredera del torrijismo. El 28 de junio se asestó un doble golpe; por un lado el golpe de Estado en Honduras que depuso a un Zelaya plegado al Alba como ficha clave del bolivarianismo en Centroamérica y, por el otro, el golpe que sufrió el kirchnerismo al no conseguir el ex mandatario ser elegido como diputado por la provincia de Buenos Aires y perder el matrimonio la mayoría en el Senado, dándonos fuertes señales de lo que serán las presidenciales.
A finales de noviembre asumió como presidente de Uruguay el ex guerrillero tupamaro Pepe Mujica, quien, pese a haber sostenido una violenta línea marxista en décadas pasadas, se inclina ahora por la moderación y durante su campaña descartó rápidamente una alineación con el modelo chavista apostándole al pragmatismo de Lula. El ex obispo Lugo, en cabeza de Paraguay, de quien se temía una adhesión incuestionada al radicalismo socialista de Chávez, no se ha constituido en un satélite del régimen y se ha preocupado más por sus problemas de paternidad que por el apoyo a una cruzada continental "antiimperialista" sin poder influir en la mayoría de un senado opositor que se niega a aprobar el codiciado ingreso de Venezuela al Mercosur mientras Chávez siga en el poder.
El triunfo de Piñera en Chile hace unas semanas, luego de 20 años sucesivos de gobiernos de la centroizquierdista Concertación, ha generado desde ya roces con el autócrata venezolano al manifestar el empresario profundas diferencias con respecto a la forma en que el caudillo concibe la democracia y el desarrollo económico. Esta victoria significa un revés por partida doble para los intereses del "socialismo del siglo XXI", pues ahora la reelección de Insulza para la Secretaría General de la OEA depende del visto bueno del electo multimillonario, lo que ha obligado al ex ministro socialista a virar en favor de la agenda del nuevo inquilino de la Casa de la Moneda tal como se evidenció con el inusitado interés de normalizar la situación hondureña y propiciar lo más pronto posible su reintegro a la organización, favoreciendo el reconocimiento regional del gobierno del centroderechista Lobo, quien, además, ha descartado por completo el reingreso de su país al Alba.
Las encuestas apuntan a que en Brasil sucederá lo mismo que en Chile y así como Frei no pudo heredar de Bachelet su popularidad traducida en un inmenso caudal político, Dilma Rousseff no heredará de Lula su altísimo nivel de aprobación, quedando en manos del opositor José Serra la conducción del gigante suramericano. Y si la tendencia continúa y el mencionado descontento sobre el kirchnerismo se profundiza, Argentina experimentará también un viraje que significará un zarpazo para la geopolítica bolivariana.
Esto sumado a que las políticas de Uribe en materia de seguridad se conciben hoy como políticas de Estado, que ningún aspirante a la presidencia podrá pasar por alto, más aún cuando por desgracia para nuestra democracia es muy probable que la Corte Constitucional, en un acto enteramente inconstitucional, emita un fallo político y no jurídico, abriendo las puertas a la desinstitucionalización del país al constitucionalizar el caudillismo.
Para 2012, México, Colombia, Panamá, Perú, Chile, Costa Rica, Honduras, Argentina y Brasil sumarán nueve gobiernos de derecha y centroderecha, contando Chávez sólo con Bolivia, Nicaragua, Cuba y unos cuantos microestados caribeños (aliados sin peso alguno en el concierto mundial) en vista del aparente distanciamiento de Correa de la línea radical del chavismo, quien parece estar adoptando un pragmatismo internacional debido al perjuicio que le estaba causando la inocultable crisis del modelo socialista venezolano y el deterioro de la imagen de un tirano ya despreocupado por parecer demócrata.
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