Diego Martínez Lloreda
El País, Cali
Febrero 05 de 2010
Sin duda, el ganador del ‘juicio’ al que se pretendió someter al presidente Álvaro Uribe en la Universidad Jorge Tadeo Lozano fue el propio Presidente.
Más allá de lo que se dijo en ese evento, el sólo hecho de asistir a un foro convocado por hirsutos antiuribistas como el rector de esa Universidad, José Fernando Isaza, Natalia Springer y Claudia López es un triunfo para el Mandatario. Porque se requiere tener los pantalones muy bien puestos para enfrentar semejante gavilla.
Con esa actitud, Uribe dejó callados a quienes lo comparan con Hugo Chávez, pues mientras el sátrapa venezolano gradúa de terrorista a todo el que osa cuestionarlo, el Presidente colombiano no sólo tolera las críticas, así no le gusten, sino que las enfrenta. Y le da a sus opositores la oportunidad de cantarle la tabla en su propia cara. ¿Habrá mayor demostración de respeto a la opinión ajena? Chávez no sólo no hubiera acudido a un debate semejante sino que no hubiera permitido hacerlo y, además, hubiera clausurado la Universidad por subversiva.
En cuanto el debate en sí, Uribe tiró a la lona, uno a uno, a sus contradictores. En realidad el rector de la Tadeo, que tiene fama de ser hombre inteligente, se noqueó solo con su cantinflesca pretensión de comparar a Uribe con Sadam Hussein, Fidel Castro y hasta Barrabás, el ladrón que fue crucificado al lado de Cristo. La fogosa Claudia López en un tono exaltado - primer error, porque el que se acalora en una discusión pierde- acusó al Mandatario de no tener autoridad moral. Sindicación que Uribe respondió con el contundente argumento de que “por no tener rabo de paja es que me meto a todas las candelas”, pero sobre todo con su presencia en ese ‘toconur’. Me gustó menos la respuesta que Uribe le dio a Natalia Springer, quien le cuestionó tener al frente del Ministerio del Interior y la Justicia al hermano de un ex director de Fiscalías que está preso, acusado de favorecer a unos narcoparamilitares. “No existen delitos de sangre”, fue el argumento del Gobernante, que es el mismo que usan los herederos de los parapolíticos para justificar su ingreso a la política.
De todas formas, Uribe demostró en la Tadeo que es un político excepcional, de esos que como afirma Juan Manuel Santos, citando a Felipe Gónzález, aparecen muy de vez en cuando. Un político que tiene la lucidez de saber que vale la pena enfrentar un foro tan poco amigable, porque si algo le admiran sus seguidores, y muchos colombianos que no lo siguen pero lo respetan, es que nunca rehuye el debate público y que siempre les da la cara a las críticas y a sus críticos. Y lo que uno se pregunta es cuántos de los candidatos que hay en lista se someterían a semejante prueba. Y cuáles de ellos lograrían superar esa prueba como lo hizo Uribe.
El que yo considere que ni para Colombia ni para el propio Uribe es bueno un tercer mandato, no impide reconocerle los méritos al Presidente. Eso es lo que, por fortuna, me diferencia de los Isazas, las López y las Springer, cuyo enfermizo antiuribismo les impide apreciar las cualidades del objeto de sus odios. Por eso terminaron convencidos de que con el foro del miércoles le tendieron una trampa al Presidente, cuando el que les tendió la trampa fue el propio Uribe aceptando la invitación a esa encerrona.
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