Luis Carvajal Basto
El Espectador, Bogotá
Febrero 20 de 2010
En un año electoral vale la pena observar los hechos, más que los discursos. Todos queremos un mejor servicio de salud, pero es difícil conseguirlo solo con comentarios parcializados e injustos. Sigue haciendo falta el debate televisado.
Existe una fórmula “mágica” para solucionar los problemas de los ciudadanos: Qué el Estado les “regale” o reemplace. Pero eso en el mundo real es mentira y parece más testimonio de magos y malos políticos. Populismo. En el fondo, es aprovecharse de su desconocimiento e ignorancia. Ese tipo de argumentos se cae con una pregunta sencilla: ¿Y el Estado, en la Colombia de hoy, de donde obtiene recursos para ofrecer mejor salud, para todos y gratis?
Si el sistema se quiebra, solo tendrían acceso los que puedan pagar. ¿Y, los millones que hoy están subsidiados? No se recuerda, por ejemplo, que este asunto está ligado al de empleo y que se trata de buscar un equilibrio en el servicio que reciben quienes pagan y quienes no pueden hacerlo.
¿Será que mientras averiguamos, y algún candidato trae al mago, paralizamos el sistema de salud o dejamos que colapse? O, más bien, hacemos más eficientes los recursos disponibles, los adicionamos, como lo hace la reforma al inyectarle 1.2 billones de pesos más, mientras en la calle, sin fundamento, se comenta que “recortaron los recursos de la salud”, lo cual es mentira. Otra cosa es que se transfieran directamente a los interesados, sin pasar por las entidades territoriales.
Los protocolos por los que se cuestionan los decretos, se venían practicando por parte de las entidades y ahora fueron reglados, para proteger el interés de todos. ¿Acaso no es eso lo que esperamos los ciudadanos por parte del Estado, su más elemental función en la defensa del interés general?
Impacta tremendamente en un país pobre, en el que la palabra “contrato” está tan desprestigiada, con razón, escuchar que “se gastaron 125.000 millones”, sin explicar que se refiere a los últimos cuatro gobiernos. Esa afirmación, clasifica en la categoría de “mentiras verdaderas” y aumenta de tamaño si se considera que en ese periodo su ejecución fue supervisada por el BID; que con esos recursos se pagaron innumerables análisis, estudios y trabajos, etc., por años y que está relacionada con la duplicación del número de colombianos atendidos por el sistema.
Si alguien duda de que el debate se politizó y que cualquier tema como este pasa por el filtro de las elecciones que vienen, vale la pena recordar una frase expresada la semana que pasó: “Hacen de esto un tema de campaña electoral. Se equivocan y tacan burro”. No es de Uribe, sino del Alcalde de Bogotá, Samuel Moreno, y no se refiere a la emergencia sino al debate sobre los contratos de vías en la capital. Por cierto, los copartidarios del Alcalde marcharon en todo el país contra los decretos de emergencia.
Con los decretos y su cuestionamiento político comenzó en serio la campaña presidencial, sacrificando, en aras de los intereses políticos de candidatos oportunistas, un asunto de Estado que merece una discusión pública y de gran altura. Sectores de la oposición encontraron servido un argumento que no tenían (Un plato de papaya), lo cual en política es apenas natural, pero no deja de ser perverso.
Existen verdades que no se pueden tapar. Crudas, precisas y frías pero indiscutibles: se expresan en cifras .Y una de ellas nos dice que el sistema de salud en Colombia pasó de algo más de 20 a casi 40 millones de afiliados. Ese solo hecho justifica la emergencia decretada, al margen de la manera en que se hizo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario