Miguel Gómez M.*
Portafolio, Bogotá
Mayo 11 de 2009
La recesión en Colombia es una realidad.
Su impacto será diferencial por sectores e incluso por regiones. Por el momento no se esperan mayores dificultades financieras.
El Gobierno ha acertado al asegurar el financiamiento de su programa de endeudamiento externo y solicitar una línea adicional al Fondo Monetario Internacional.
El problema más serio es el empleo. Se registra un preocupante aumento en el número de desempleados que hoy ascienden a 2,6 millones. A nivel nacional el desempleo es del 12,9 por ciento, pero hay ciudades donde los índices son alarmantes como Ibagué (19,8 por ciento), Medellín (18 por ciento) o Pereira (17 por ciento).
A medida que disminuyen las exportaciones que este año estarán por debajo de los 35.000 millones de dólares y se resiente el consumo interno, las empresas ajustan sus nóminas, a los nuevos niveles de actividad.
Hay un deseo por proteger los flujos de caja reduciendo costos y gastos innecesarios.
Lo anterior termina por debilitar aún más la demanda agregada. Los programas de gasto público tendrán un efecto retardado y menor. En el último trimestre de este año se paraliza la inversión pública por la ley de garantías que prohíbe la contratación hasta que concluya el proceso electoral.
El panorama del mercado del trabajo no puede sino empeorar en los próximos meses. Es hora de hacer algo significativo que impida la destrucción de fuentes de trabajo.
Un empleo perdido es un empleo que tardará mucho tiempo en recuperarse. En la medida de lo posible hay que evitar que el desempleo siga aumentando. Es el momento de ser creativos y de romper esquemas mentales que pueden ser muy perjudiciales en la actual coyuntura.
Por ejemplo, si hay menos actividad económica hay que considerar la posibilidad de tener jornadas flexibles con remuneración flexible. Es preferible trabajar menos y recibir menos que perder el trabajo.
El trabajador mantiene su protección social y el empresario puede adecuar su nómina a las condiciones de la demanda.
También es el momento de aligerar las cargas prestacionales a cambio de seguridad en el empleo. No podemos seguir actuando como si nada hubiese sucedido.
Los parafiscales son el principal freno a la creación de empleo en el país como lo han demostrado muy serios estudios económicos. Este es el momento para abrir ese debate intocable. Los millones de desempleados, sub-empleados e informales no pueden seguir esperando a que enfrentemos este verdadero candado que constituye el costo creciente de las nóminas.
No se trata de atacar instituciones que han cumplido un importante papel en el desarrollo nacional como las el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (Icbf) o las Cajas de Compensación.
Lo que se busca es plantear prioridades en un momento crítico para la economía. La prioridad nacional es el empleo. Lo demás tiene que pasar a un segundo plano.
Se dice con frecuencia que en las crisis hay que pensar distinto. Este es el momento de romper el inmovilismo y plantear un gran acuerdo nacional que permita defender los empleos y crear las condiciones para que nuestra economía pueda generar puestos de trabajo.
Hay que buscar un nuevo consenso entre representantes empresariales, sindicatos y Gobierno. El tiempo corre.
Los desempleados no pueden seguir esperando a que actuemos.
* Cámara Colombo Americana.
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