Por Juan Daniel Jaramillo Ortiz
El Nuevo Siglo, Bogotá
Mayo 4 de 2009
Tras el liderazgo global
Los préstamos bancarios internacionales se redujeron en casi US$ 5 billones durante los últimos 9 meses de 2008, un 14 por ciento del flujo transfronterizo global. Los flujos no financieros tales como inversión extranjera directa han sufrido disminución sin precedentes históricos.
Países más ricos que han acumulado tradicionalmente superávit de cuenta corriente en sus balanzas de pagos tienen mejores perspectivas para afrontar la tendencia negativa. También economías sólidas pero deficitarias con capacidad sostenida de atraer flujos de capital. La preocupación recae ahora en países medianos o pequeños.
El compromiso de US$ 500 billones para dotar de recursos al FMI no es suficiente. En medio de un escenario de pesimismo que se ahonda, China parece dispuesta a aprovechar la circunstancia para asentar su peso relativo dentro de las relaciones económicas globales y fortalecer así su liderazgo geopolítico. Con un superávit comercial que llega al 12 por ciento del PIB y un importante flujo de capital neto privado, China puede permitirse hoy la liberalidad de irrigar los canales sedientos de capital de muchos países.
Miremos ejemplos dispersos en América Latina.
Hace unas semanas renovó su respaldo a un fondo para el desarrollo en Venezuela con US$ 6 billones, adicionales a 6 provistos con anterioridad. Ecuador recibió 1 billón para un proyecto hidroeléctrico. Con Brasil se han celebrado compromisos por 10 billones. A Argentina se le otorgó una línea especial de crédito de 10 billones que le permitirá hacer el pago de importaciones diversas.
En África la situación es similar. El intercambio con este continente creció de US$ 10.6 billones en el
América Latina y África -los ejemplos se repiten en Europa del Este y otros países asiáticos- dejan en claro dos hechos: China se consolida como presencia económica autónoma en todas las regiones geográficas y su moneda empieza a convertirse en medio alternativo de reserva global.
Ni líneas de crédito ni programas de ayuda chinos están sujetos, por ejemplo, a condiciones de gobernabilidad. Son en cierta manera ruedas sueltas que apuntalan en el fondo una presencia geopolítica que el país asiático debe garantizarse: recursos físicos de los cuales carece.
Este gigante oriental se está moviendo con pies de plomo pero habilidad de gato. Que sabe desplegar en el intercambio comercial con una moneda sistemáticamente depreciada, en violación de normas de
Y para brindar este ingrediente va llegando la hora de que el liderazgo político de China se mire a sí mismo y comprenda que su actuación en el mundo requiere de tres elementos consustanciales al desarrollo pleno: prevalencia de la democracia, derechos humanos en vigor y observancia del derecho internacional. La contracción de flujos a escala global y el subsiguiente crecimiento relativo de la participación china dan nacimiento a compromisos inaplazables en estos temas cruciales.
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