Por Alfredo Rangel
Revista Semana, Bogotá
Mayo 2 de 2009
La espectacular reducción del secuestro de los últimos siete años es uno de los más rotundos éxitos de la política de seguridad democrática. También lo es la disminución del desplazamiento forzoso de población. Pero, ante la contundencia de los hechos, algunos opositores viscerales optan por ignorar ese enorme logro y mirar para otro lado, en el caso del secuestro, o por distorsionar las cifras, en el caso del desplazamiento.
Nuestro éxito en la lucha contra el secuestro tiene su origen en el éxito de la lucha del Estado contra las guerrillas, que han sido los mayores secuestradores, no solamente en Colombia, sino también en el nivel mundial durante muchos años. Producto de su debilitamiento, los secuestros de las Frac han caído en un 90 por ciento y los del ELN en un 97 por ciento En total, el secuestro en nuestro país ha descendido en un 88 por ciento. Un solo dato ilustrativo: durante un solo mes del año 2002 hubo más secuestros que en todo el año
Pero la cifra de las personas que aún permanecen secuestradas es un misterio. Por esta razón ha sido tan loable el esfuerzo de Fondelibertad para examinar caso por caso los 3.300 secuestros que tienen registrados desde 1996, de los cuales se sabía que al menos 500 ya habían recuperado su libertad. De los 2.800 restantes, había 1300 casos con datos suficientes para averiguar qué suerte habían corrido esas personas. Así se logró determinar que 1.173 ya no están cautivos y que 125, o sea el 9,6 por ciento, permanecen secuestrados. Claro, falta por determinar la suerte de las 1.500 personas restantes. Pero suponiendo que de este último grupo un porcentaje similar permanezca cautivo, tendríamos 144 personas adicionales, lo cual daría un total de 270 personas que aún están secuestradas. Y si, como señalan las denuncias, el porcentaje de secuestros realizados por las Farc es del 40 por ciento del total, podríamos concluir que en sus campamentos habría alrededor de 110 personas aún secuestradas. Cifra bastante distante de los nueve que cínicamente reconoció en días recientes ese grupo guerrillero.
Desafortunadamente, en la difusión pública de su informe, Fondelibertad hizo énfasis en los 125 secuestrados ya comprobados, y los medios de comunicación no parecen haber leído el informe completo ni haber sacado las conclusiones del caso. Con lo cual nos enfrascamos en una discusión sin sentido, es decir, si son 125 o son más los secuestrados. Obviamente que son más, pues todavía no se acaba de analizar el universo completo de los casos.
Pero no por tardío es menos encomiable el esfuerzo de Fondelibertad para esclarecer la cifra real de las personas que aún se encuentran secuestradas. Algo similar se debería hacer con los desplazados porque, según algunos analistas interesados en demeritar los éxitos de la seguridad democrática, el fenómeno sigue creciendo aun cuando en los últimos años haya disminuido, por sustracción de materia, el conflicto entre guerrillas y paramilitares, que era su causa principal. Así llegan a la absurda conclusión de que a menos conflicto, más desplazamiento. El problema es que a este ritmo increíble ni
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