viernes, 25 de septiembre de 2009

Aggiornamiento conservador

Editorial

El Nuevo Siglo, Bogotá

Septiembre 25 de 2009


Tas ocho años de modorra el Partido Conservador colombiano comenzó formalmente su campaña a la Presidencia de la República después de dos ocasiones de no presentar candidato propio. Resulta, pues, un hecho político esta circunstancia que deja atrás lo que entonces llamaron la “política del by pass”, es decir, dejar pasar un período sin candidato a la Presidencia y adherir a uno de otro partido.
En esta ocasión hay un abanico de aspirantes en el que confluyen todas las vertientes de la colectividad.

Quiere decir que no hay la mínima división y serán las bases conservadoras las que hayan de decidir el próximo 14 de marzo, en la Consulta Popular, quién será el vocero. Hay que tener todo el cuidado durante el proceso. El mecanismo de la Consulta, así como es positivo por tener la máxima representatividad popular, también tiene elementos que pueden servir para disociar los espíritus. Como se trata de lograr la mayor cantidad de adhesiones posibles de una misma fuente, suele recurrirse a la antropofagia electoral entre los propios aspirantes. Por ejemplo, lo que hoy ocurre en las Consultas del Partido Liberal y el Polo Democrático, que se han convertido, al término de la justa, en un pugilato de difícil resolución en el interior de sus huestes. Se entiende, desde luego, que cada cual intentará imponer sus ideas y su estilo, enfatizar su carácter y ventilar sus programas, pero igualmente deberá tenerse cuidado con que ello no afecte la unión que ordenan los Estatutos. Mucho menos cuando el candidato proclamado tiene evidentes posibilidades de llegar a la Presidencia, si suma todo el contingente azul y logra trascender no solamente hacia el resto del denominado “Uribismo”, sino a otros sectores nacionales.


Igualmente los aspirantes deberán ser líderes fundamentales en el propósito de que el conservatismo logre la mayor cantidad de curules en las próximas elecciones parlamentarias, a surtirse el mismo día de la Consulta. Como esa es la diferencia fundamental con las Consultas que se llevarán a cabo el próximo domingo, las elecciones parlamentarias conservadoras jugarán un papel preponderante. Hoy, cuando el conservatismo se muestra más vigoroso que nunca, luego de que reingresara uno de los poderosos sectores antioqueños al seno de la colectividad y otras vertientes igualmente importantes, resulta prioritario mantener plena coherencia entre los aspirantes al Congreso. No deberá el pleito por las preeminencias parlamentarias afectar la Consulta más allá de lo razonable.


El aggiornamento conservador, que como en el Congreso se observa en el abanico de candidaturas, deberá servir para que los ex presidentes y sectores universitarios, académicos, de juristas y los demás que componen las fuerzas vivas, encuentren receptividad en las directivas formales. El Directorio Nacional podrá, pues, utilizar los mecanismos estatutarios para que esto sea así. Incluso es necesario que no solamente los candidatos lleven adelante sus propuestas, sino que el Partido como tal convoque pronto un foro programático que permita conservar y enfatizar las líneas comunes. En aquel debe ser indispensable la lucha contra la corrupción, entre tantos otros temas de importancia, porque quien caiga en conductas antiéticas o delictuosas, de hecho, según el programa, no pertenece al Partido.


El diseño de la política establecida por el Directorio Nacional Conservador está orientado a tener candidato propio hasta el final. Antes cualquier candidato, motu proprio, podía hacer lo que quisiera y tomar decisiones inconsultas. En esta ocasión, para que eventualmente el conservatismo adhiera a una aspiración diferente a la del Partido, como la del presidente Uribe en caso de que se superen todos los obstáculos avizorados con el tema de la re-reelección, tendría que haber una decisión de las dos terceras partes del Congreso Nacional del Partido, donde están sentados ex presidentes, ex ministros, ex senadores, ex magistrados, ex representantes, al igual que algunos políticos activos y delegados de los Directorios regionales, de manera que una decisión en tal sentido, renunciando a la candidatura única del Partido Conservador, es prácticamente imposible. Esas mayorías requeridas de casi el 70%, para cambiar la política actual, serían de muy difícil trámite.


Resulta también interesante que sea esta la primera vez que el Partido Conservador tenga de aspirante a una mujer que encabeza todos los índices de favorabilidad en las encuestas nacionales. Existe allí un reconocimiento evidente, de manera que así como hay jóvenes y veteranos de todas las luchas en el Partido, también están mujeres, líderes de primera envergadura, cumpliendo con un espectro de amplio contenido.


Hay, pues, campaña en el Partido Conservador y eso se constituye en un hecho político principalísimo, luego de haber renunciado a la vocación de poder en los últimos tiempos. Tienen los conservadores todo tipo de opciones de dónde escoger y la dinámica que actualmente comienza será incontenible en procura de alcanzar los más altos destinos nacionales.

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