viernes, 25 de septiembre de 2009

Obama: a su estilo, el Imperio

Editorial

El Mundo, Medellín

Septiembre 25 de 2009

Obama fue endureciendo su discurso y dejando claro que en política exterior las líneas fundamentales se mantienen.

Tanto el presidente Uribe como el presidente Obama, conscientes de su responsabilidad como estadistas y guardadas diferencias de estilo y contenido, asumieron con seriedad y respeto su participación en la Asamblea de Naciones Unidas, en contraste con demagogos impenitentes, como el venezolano Chávez y el iraní Ahmadinejad, que llegaron al máximo foro mundial a ventilar sus odios o a soltar una que otra baladronada, generando rechazo, indiferencia o simple hilaridad en el auditorio.

El primero pretendió congraciarse con el presidente norteamericano comparándolo con su antecesor y diciendo que “la ONU ya no huele a azufre sino a esperanza”, pero enseguida, confianzudo e irrespetuoso, le espetó: “¡Obama, vente p’al socialismo! ¡Te invitamos al eje del mal”. Al iraní no le pudo ir peor, pues cuando le correspondió el turno de hablar, las delegaciones de Francia, Canadá, Israel y Estados Unidos se retiraron del recinto de la Asamblea, en un elocuente y manifiesto gesto de rechazo a sus recientes declaraciones en las que puso en duda la existencia del Holocausto judío por parte de los nazis, atacó a EEUU por su alianza con Israel y amenazó por enésima vez con borrar a éste de la faz de la tierra.

En su debut ante la ONU como presidente de los EEUU, Obama dio otra demostración de su habilidad oratoria al comenzar su discurso en tono distendido y cordial, y para contento de los antibushistas, recordando que en cuanto asumió el poder prohibió la tortura, ordenó el cierre de la prisión de Guantánamo y comenzó “un duro trabajo para construir un marco que nos permita combatir al terrorismo respetando nuestras leyes”. Enseguida arrancó aplausos con el anuncio de que su país había pagado toda la deuda financiera que mantenía con la ONU, con lo que ya nadie podrá poner en duda su autoridad para impulsar - ¡ojalá! – las reformas profundas que pide a gritos la vetusta y burocratizada organización, de la que dijo en algún momento de su exposición que “a menudo es un foro para sembrar la discordia en vez de buscar puntos de acuerdo”.

Poco a poco, Obama fue endureciendo su discurso y dejando claro que en política exterior, las líneas fundamentales se mantienen y que los cambios son apenas cosméticos o de estilo. “Aquellos que acostumbraban criticarnos por actuar solos en el mundo, no pueden detenerse a esperar a que Estados Unidos resuelva solo los problemas del mundo... Hemos buscado, en las palabras y en los hechos, una nueva era de compromiso con el mundo”. Como dice Helen Cooper, columnista de The New York Times, aunque Obama lució más conciliador y diplomático que su antecesor, la columna vertebral de su política exterior “se parece mucho a la del gobierno Bush en varias áreas”. En efecto, de Irán y Corea del Norte dijo que “con sus acciones amenazan con llevarnos hacia un peligroso precipicio”; les ofreció diálogo pero les advirtió que la paciencia de EEUU no es ilimitada: “Si esos gobiernos prefieren ignorar las normas internacionales, si ponen la búsqueda de armas nucleares por delante de la estabilidad regional, la seguridad y las oportunidades para su propia gente, entonces deben ser recriminados. El mundo debe mostrarse unido para demostrar que la ley internacional no es una promesa vacía y que los tratados van a ser respetados”. En ese frente, la estrategia de Obama es aislar cada vez más a Irán, y el primer gran paso fue renunciar al escudo antimisiles en Europa para sumar a Rusia a esa causa, comprometiéndola en la firma de un nuevo tratado de reducción de armas nucleares y en el endurecimiento de las sanciones a Irán. En su reunión del miércoles con Medvedev consiguió de éste un compromiso en ese sentido.

El otro foco de atención especial para el líder del Imperio fue el conflicto árabe-israelí, a cuya solución prometió dedicarle los mayores esfuerzos. Enseguida repartió mandobles a lado y lado. Dijo que mantienen su “compromiso inquebrantable con la seguridad de Israel” pero eso no obsta para reclamar de éste que “respete los derechos y reclamaciones legítimos de los palestinos”. A éstos les pidió “poner fin a la incitación contra Israel” y a sus aliados – en clara alusión a Irán, Venezuela, entre otros – los fustigó diciendo que ningún favor hacían a la causa palestina con “sus ataques venenosos” y su desconocimiento de la legitimidad del Estado de Israel.

Pero la afirmación que más destacó la prensa mundial fue la de que “EEUU no acepta la legitimidad de los asentamientos israelíes continuados”. Aquí está el nudo que ha impedido el añorado relanzamiento del proceso de paz, suspendido hace más de un año. Los palestinos exigen que cualquier diálogo debe ir precedido del cumplimiento por Israel de la Hoja de Ruta, en la que se le exige desde 2003 el fin de la expansión de las colonias judías. La respuesta del gobierno de Netanyahu ha sido aprobar la construcción de cerca de 500 viviendas en territorio ocupado. Por eso la agria recriminación de Obama: “Sé que esto será difícil, pero todos nosotros debemos decidir si somos serios acerca de la paz o sólo hablamos de labios para afuera... La meta debe ser dos Estados que convivan en paz: un Israel seguro y un Estado palestino viable e independiente, con territorio contiguo, poniendo fin a la ocupación comenzada en 1967 y permitiendo a los palestinos alcanzar su potencial”. En resumidas cuentas, el líder del Imperio le está pidiendo a su aliado en Medio Oriente que suelte prenda y le deje un margen suficiente para que su mediación sea realmente efectiva porque no está dispuesto a correr con el costo de un nuevo fracaso.

No hay comentarios: