viernes, 25 de septiembre de 2009

Extensión y desarrollo agrícola

Por Juan José Perfetti del Corral

El Colombiano, Medellín

Septiembre 25 de 2009

En el informe del Banco Mundial sobre el desarrollo mundial del año 2008 titulado " Agricultura para el desarrollo ", y en el que se destaca la importancia y el papel fundamental que la agricultura tiene para el desarrollo y la reducción de la pobreza en muchos países en desarrollo, se discute el tema de los servicios de extensión agrícola.


A través del tiempo, la concepción y el papel que cumple la extensión agrícola en el desarrollo productivo del sector agrícola han cambiado, al punto que en muchos países en desarrollo los denominados servicios de extensión o desaparecieron o se redujeron drásticamente. En la época de la revolución verde la extensión agrícola constituía un elemento esencial de los servicios de apoyo a los agricultores y para ello los gobiernos organizaron y financiaron grupos de extensión compuestos, esencialmente, por expertos en las actividades productivas. La idea era transmitir y asesorar en la implementación de los paquetes y las recetas tecnológicas desarrolladas en los centros de investigación. Igualmente, como apoyo a los pequeños productores, los servicios de extensión adicionaron otros componentes de tipo social que complementaban a los productivos.


Con el tiempo, debido a su alto costo y frente al cuestionamiento que desde diversas perspectivas se hacía acerca de la eficacia de los servicios públicos de extensión, muchos países, especialmente en desarrollo, comenzaron a desmontarlos, dejando que el sector privado se encargara de atender a los productores agropecuarios. Paralelamente, muchos gobiernos comenzaron un proceso de descentralización de los servicios de extensión transfiriéndoles a los gobiernos locales la responsabilidad de prestar los servicios de extensión, especialmente a los pequeños productores agropecuarios. En Colombia este fue el caso con la creación de las Umatas a finales de la década de los ochenta del siglo pasado.

Ante la falta de una presencia más determinante del Estado en la prestación de los servicios de extensión agrícola, otra tendencia que se desarrolló fue el involucramiento indirecto del Estado mediante el financiamiento, la facilitación y la creación de condiciones para establecer un mercado de oferentes públicos y privados de extensión agrícola. Esto se hacía bajo el entendido de que se debían asegurar unas condiciones de acceso universal por parte de los agricultores, especialmente de los pequeños, y la prestación eficaz de los servicios. Esta tendencia se vio reforzada por el interés que había de hacer más eficiente la utilización de los recursos públicos, razón por la cual se buscó que, a través de mecanismos de cofinanciación, se involucraran otros actores como los gremios de la producción y los propios productores. En esta nueva postura, "todos ponen" recursos.


Hoy en día, en muchos países en desarrollo prevalece una concepción en la que los servicios de extensión son retomados por la iniciativa estatal pero la prestación propiamente dicha del servicio se hace a través de terceros en donde la iniciativa privada tiene un amplio espacio. Adicionalmente, y como lo señala el Banco Mundial en el informe del 2008, "los programas de extensión están cambiando de la prescripción de prácticas tecnológicas (modelo de distribución) hacia enfocarse más en la construcción de capacidad entre los pobladores rurales, para identificar y tomar ventaja de las oportunidades disponibles, tanto técnicas como económicas (modelo de empoderamiento)". Igualmente, se enfatiza que los servicios de extensión no se concentren en la prestación de un apoyo puntual y especializado sino que los mismos se adapten a las condiciones productivas, sociales y de mercados particulares.


Todo esto lleva a que los servicios de extensión que hoy se practican tengan una concepción más grupal que individual al tiempo que se promueva y estimule la cultura de pago y la rendición de cuentas.

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