lunes, 28 de septiembre de 2009

Las mentiras de Irán

Editorial

El País, Cali

Septiembre 28 de 2009


En medio de la Asamblea de las Naciones Unidas, los gobiernos de Estados Unidos, Francia y el Reino Unido denunciaron que Irán ha desarrollado en forma secreta otra planta de enriquecimiento de uranio.

Tal denuncia precipitó la declaración del mandatario iraní Ahmadinejah, quien anunció la construcción de la planta, señaló que “no era un secreto” y apuntó que se trataba de un nuevo esfuerzo para desarrollar energía eléctrica, sin que tuviera el propósito de avanzar hacia la construcción de armas atómicas.

Pero los países occidentales, que ya habían mantenido una dura disputa con las autoridades iraníes alrededor del proyecto de enriquecimiento de uranio, manifestaron sus dudas sobre esas aclaraciones y le pidieron a Irán que se sometiera al Tratado de no Proliferación Nuclear y que siguiera las regulaciones del Organismo Internacional para la Energía Atómica, Oiea.

Así, la nueva planta iraní ha tomado por sorpresa al mundo. Se creía que, tras las sanciones y seguridades que esa nación había entregado en la anterior crisis, el asunto del avance hacia la producción de armas nucleares había quedado superado. Pero todo parece indicar que no es así. Más allá del derecho que tienen los pueblos al uso de la energía nuclear con fines pacíficos, de lo que se trata es de la posibilidad de que regímenes dictatoriales y fanatizados puedan hacer uso de ella para usar armas de destrucción masiva contra vecinos incómodos o contradictores internacionales.

Tal circunstancia incluso hizo perder la paciencia al presidente Obama, que ha privilegiado la vía diplomática para superar diferencias, y lo llevó a afirmar que no descartaría la respuesta militar para afrontar la amenaza de Irán. En el mismo sentido se pronunciaron Francia y el Reino Unido. Incluso Rusia, que en el pasado fue renuente a la aplicación de sanciones, en esta oportunidad no vaciló en condenar la acción iraní.

De lo que se trata es de que el mundo se siente engañado, a la vez que desafiado por un régimen que no ha vacilado ante nada con tal de avanzar en su programa nuclear. Que tiene los recursos para hacerlo y no ha titubeado cuando afirma que está dispuesto a “borrar del mapa” a sus vecinos israelíes.

Para América Latina es una amenaza que no está lejana. Todos somos conscientes de la alianza que Hugo Chávez ha establecido con las autoridades iraníes. Y nada de extraño tendría que, tras los acuerdos de cooperación, estén en desarrollo proyectos para proveer a Venezuela de tecnología nuclear. Recordemos que ya Brasil adquirió de los franceses un submarino nuclear y que firmó un tratado de defensa con los galos, que le permitirán “diseñar y operar submarinos nucleares”.

Así que, pese a que Irán reculó ante la respuesta occidental y el presidente Ahmadinejah aceptó que los inspectores internacionales de la Oiea visiten sus instalaciones para el enriquecimiento de uranio, lo cierto es que los desarrollos están a la vista, el engaño ha sido descubierto y la posibilidad de un Irán con armas atómicas está cercana. Los latinoamericanos también tienen por qué empezar a preocuparse.

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