martes, 29 de septiembre de 2009

El carácter de Ángela Merkel

Editorial

El Nuevo Siglo, Bogotá

Septiembre 29 de 2009



EL triunfo de Ángela Merkel en las elecciones alemanas, es un respaldo del pueblo a su prudente y firme gestión, que le ha permitido en medio de la crisis económica mundial tomar medidas eficaces para reactivar el esfuerzo productivo y reanimar el mundo de las inversiones y las altas finanzas. Los asesores de imagen, los expertos en maquillar a los candidatos y venderlos como si fuesen productos de consumo popular, se sienten desencantados. La crónica política previa a las elecciones destacó que su rostro, su imagen pública, su vestimenta y su estilo son los mismos de cualquier ama de casa, con una mirada un tanto apagada y atenta. Eso fue, sin embargo, lo que ganó. Lo mismo que su vocabulario que se destaca por ir a lo concreto. Así que se volvió a presentar tal como es, sencilla, inteligente y de una voluntad inquebrantable, condiciones que le han dado popularidad y suscitan confianza, más que los afeites artificiales. La señora Merkel, dicen sus seguidores, desempeña su papel con talento y dignidad al servicio de Alemania.


Su contendor socialdemócrata Frank-Walter Steinmeier sabía que debía remontar dura cuesta, apenas para sobrevivir electoralmente, puesto que las posibilidades de ganar no se vislumbraban en un horizonte opaco. Alemania está en el centro y a la derecha, no quiere aventuras, no está por ensayos que han fracasado en otros países. El conservatismo reflexivo y responsable de las mayorías electorales es evidente. Alemania tiene conciencia de que ha trabajado duro para reconstituir su unidad, restablecer el potencial de sus industrias y avanzar en investigación; nada de eso se puede tirar por la borda en medio de una crisis en la cual el Ejecutivo lo hace bien. El intento de la socialdemocracia de volver al poder con un discurso disonante y trasnochado, no pudo cautivar, a pesar de que su candidato es un personaje respetable. Más allá del usual discurso socialista de campaña la gente pensó en la suerte del país. La derrota resultó estruendosa, ni siquiera obtiene la socialdemocracia el 25 por ciento de los votos. Tales resultados amenazan colapsar a los socialdemócratas, que entienden la dura lección como un rechazo del pueblo a sus tesis y propuestas. Lo que podría ser el preámbulo del derrumbe. Por lo que algunos proponen no esperar a que se agrave la catástrofe, para desde ya replantear la agenda socialista y remozar el partido.


La señora Merkel resolvió dejar la alianza con los socialdemócratas y sacar de parejo en el gobierno a los liberales, que son más pragmáticos y flexibles, lo que deja a los socialistas en el limbo, puesto que están demasiado debilitados para hacer una oposición importante. El pertenecer a la coalición de gobierno benefició a los socialistas, temporalmente, dado que tuvieron una cuota burocrática importante, mas los inhabilitó para hacer propuestas novedosas y críticas y presentarse como alternativa de un gobierno del que formaron parte hasta la víspera. Los liberales capitaneados por Guido Westervelle, con 14,06 por ciento, se benefician y pueden contribuir a fortalecer las políticas conservadoras que se propone el gobierno. Una de las primeras medidas que anuncia la Cancillera es bajar los impuestos. Está decidida a incentivar los negocios a como dé lugar y mostrar al mundo que Alemania se merece el papel que tiene entre los países más avanzados. Los liberales durante la campaña propusieron una rebaja de impuestos del orden de 35.000 millones de euros. La señora Merkel considera que se puede ir gradualmente a una rebaja de 15.000 millones de euros. Los analistas económicos estiman que es el mejor momento para llevar a cabo esas rebajas, y se destinen esos recursos a la inversión. Se trata de producir más y generar empleo.

Los profetas, que erraron en sus pronósticos y que suelen modificar después de elecciones sus anuncios, sostienen ahora que Ángela Merkel ganó en las elecciones pasadas, no tanto por el acierto de su campaña, sino por los errores de sus adversarios. Lo cual no pasa de ser una afirmación sin fundamento, en cuanto lo que estaba en juego era la credibilidad y confianza de su política. Lo cierto es que sus contendores no valoraron ese aspecto de la campaña y desconocieron que en tiempos de aguda crisis los pueblos tienden a preferir a los conservadores conocidos por sus ejecutorias. El fenómeno que habrán de afrontar los alemanes es el de la crisis de los partidos fuertes distintos al de la señora Merkel, dado que los que sobreviven son organizaciones pequeñas, cuya suerte es incierta en un reacomodo de fuerzas a futuro.

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