jueves, 24 de septiembre de 2009

Justicia por casting

Por Roberto Zabaraín M.

El Heraldo, Barranquilla

Septiembre 24 de 2009



¡¡¡Al fin!!! un periódico se pronunció censurando el despropósito. Es que en días pasados editorializó EL HERALDO sobre los equívocos fallos de la justicia, que se convierten en factor desmotivante. Se refería el editorialista al fallo de un juez de Soledad sobre el caso del futbolista que asesinó a un aficionado. Es que por parte de los administradores de justicia se ha generalizado la práctica de la interpretación acomodada de las leyes, de tal manera que a su antojo sirvan para que sí y para que no. Y a salir en los medios se dijo. Justicia show. Lo que pasa es claro: ¿Qué se puede esperar de un juez de pueblo si la Corte Suprema de Justicia, en teoría la máxima autoridad judicial, también interpreta y falla a su acomodo?


Han reaparecido las tomas a pueblos, bueno, los intentos de toma, precisamente porque las Fuerzas Armadas se encuentran desmotivadas, y ya no surgen generales duros contra la guerrilla y con la patriótica decisión de un Jorge Mora, Faruk Yanine, Contreras o Gabriel Díaz, porque los que están temen terminar presos. El desmotivante botón de muestra del coronel Plazas Vega quien, defendiendo la democracia, maestro, se la jugó para impedir que una guerrilla se tomara el Palacio de Justicia en pleno corazón de Bogotá, ‘aculilla’ a cualquiera. En tremendo operativo fueron de madrugada a buscarlo a la clínica, en su lecho de enfermo le inyectaron un sedante, y se lo llevaron como si fuera uno de los asaltantes, y no el defensor. Nadie piensa en las consecuencias y el precedente sentado si se hubiera permitido esa toma, pero sí estuvieron prestos para montar deleznables pruebas y videos alterados, en una repetición del caso Júbiz Hazbún.


La Corte emite un fallo afirmando que quien renuncie al fuero de congresista debe ser juzgado por la Fiscalía; después, sin sonrojarse, expide otro diciendo que no, que algunos no tienen derecho a la doble instancia, y que se los regresen para volverlos a juzgar de rapidez, como si alguien les creyera, por ejemplo, que los treinta y cinco mil folios del expediente de Álvaro Araújo se los fueran todos ellos a leer de rapidez. Un día se pronuncia ratificando que los candidatos a fiscal no tienen que ser penalistas y sólo requieren cumplir con los requisitos fijados en la Constitución y las leyes. Y al día siguiente, sin vergüenza alguna, se niegan a elegir argumentando que la terna “no es viable” porque ninguno de los tres es penalista. Dicen inviable porque no pueden decir inconstitucional. No les importa evidenciar que su actuación es puramente política y antiuribista, como si el lesionado fuera Uribe y no el país. Habría que ver si todos los de las Sala Civil son civilistas, los de la Laboral laboralistas, y los de la Penal penalistas.


El caso es que la cosa se ha vuelto así: Si el man les cae bien, es inocente; si mal, culpable a priori. Si es amigo de Juan, lo salvamos; si enemigo, nos lo tiramos. Es por palanca, simpatía, carisma y hasta por bonitura. Como si fuera un casting.

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