Por Mario Fernando Prado
El Espectador, Bogotá
Septiembre 25 de 2009
Vaya paradoja: mientras que a Colombia le llueven rayos y centellas por la presencia de militares gringos en algunas de sus bases militares, Venezuela se arma hasta los dientes en un proceso que viene de tiempo atrás.
Y no con cualquier arcabuz: la mayoría de sus armas, cohetes y tanques, son especialmente diseñados para irrumpir en Colombia. Lo dijo Chávez claramente: cohetitos que tienen un radio de acción justo hasta los puntos neurálgicos colombianos. Y aquí nadie dijo nada.
Por su parte, Brasil, mayor potencia suramericana, firmó con su homólogo francés la compra del más sofisticado armamento para aire, mar y tierra. Tampoco nadie le dijo nada.
Y ahora resulta que el “vecino pobre” Ecuador, va a recibir del gobierno venezolano en calidad de regalo (¡) diez mirages que aún dan candela, donación acompañada de instructores y mantenimiento, mientras que su ministro de Defensa se reúne en el Waldorf Astoria con el Mindefensa colombiano para hablar de paz.
No nos falta sino Panamá y Perú para quedar bien acorralados, en una peligrosa desventaja táctica. Las armas colombianas y la asesoría gringa son para combatir el narcotráfico y la guerrilla aquí adentro —con más inteligencia que balas— en tanto que el armamento venezolano —y próximamente el ecuatoriano— es para enfrentar una insólita, mas no imposible confrontación bélica con sus hermanos de leche.
No en vano el dictador venezolano acudió a Rusia y quién sabe si al Oriente Medio para comprar al debe y no pagar —costumbre que se la recordó Lulla— las armas con las que va a defender su soberanía ante una invasión chibcho-gringa.
Así las cosas, mientras que a Colombia se le coloca en la picota y se le obliga a que muestre un documento privado entre dos naciones y se quieren crear comisiones para que visiten y den el visto bueno a nuestras bases, ni a Venezuela, ni a Brasil, ni ahora al Ecuador, se les dice ni mu.
¿Qué tal que nuestro país hubiera hecho lo propio? Mínimo nos habrían echado de Unasur y de la OEA, y nos habrían tumbado al Presidente.
Bonita cosa: los vecinos armados y nosotros callados…
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