Editorial
El Tiempo, Bogotá
Septiembre 26 de 2009
La asamblea general de Naciones Unidas en Nueva York sirvió de marco para que los cancilleres de Colombia y Ecuador anunciaran el jueves pasado un ambicioso plan para restablecer las relaciones diplomáticas de los dos países. Tras varios días de intensas negociaciones, la "hoja de ruta", respaldada por los ministros Jaime Bermúdez y Fander Falconí, implicaría el regreso, en cuestión de semanas, de los encargados de negocios a las respectivas embajadas.
Este documento de 11 puntos constituye un importante paso adelante hacia la normalización de los canales diplomáticos entre Bogotá y Quito después de año y medio de haber roto relaciones a raíz del bombardeo del campamento de 'Raúl Reyes'. El acuerdo marca, asimismo, un retorno al diálogo directo de los dos gobiernos y cuenta con el acompañamiento del Centro Carter y la Organización de Estados Americanos (OEA). En unas dos semanas, representantes colombianos y ecuatorianos empezarán a trabajar en comisiones sobre seguridad y criminalidad, desarrollo de fronteras y consideraciones "sensibles".
La importancia de que la diplomacia regrese a la mesa se ratifica ante el progresivo deterioro de los contactos binacionales en estos 18 meses de ruptura. El tono de las acusaciones del ocupante del Palacio de Carondelet contra el presidente Álvaro Uribe subió y enrareció el ambiente entre ambos mandatarios.
El gobierno de Rafael Correa acompañó procesos judiciales iniciados por Ecuador en La Haya y Washington contra Colombia, por los supuestos daños por las fumigaciones de cultivos ilícitos en la frontera y la muerte de un ciudadano ecuatoriano durante el bombardeo contra las Farc. Quito también implementó medidas restrictivas y proteccionistas que afectaban tanto a los visitantes como a los productos de origen colombiano.
Algunas frases del documento confirman que las raíces del conflicto siguen sin resolverse, como el proceso judicial en Ecuador en contra del ex ministro de Defensa Juan Manuel Santos. Por otro lado, también hay avances: Colombia se compromete a no realizar operaciones militares al otro lado de la frontera, mientras Ecuador no tolerará presencia de grupos armados irregulares. Sin embargo, es innegable que el retorno al camino de la diplomacia abre una puerta de esperanza para el completo restablecimiento de los vínculos entre las dos naciones.
Para un país como Colombia -que muchos analistas internacionales han calificado últimamente de "aislado" en el entorno regional-, normalizar sus relaciones con Ecuador es un logro importante. No solo por la mejoría del comercio binacional -golpeado por la crisis política-, sino porque ayuda a desvirtuar la tesis de la soledad de Bogotá en la región. El contraste entre las acusaciones del presidente venezolano, Hugo Chávez, en Naciones Unidas contra el gobierno colombiano y el anuncio conjunto de los cancilleres Bermúdez y Falconí no podía ser más evidente. Lo que confirma que la vía de la diplomacia es una estrategia coherente del gobierno colombiano.
El inicio de la "hoja de ruta" marca un compás de espera, donde las negociaciones deben continuar. La disposición al diálogo y a la discusión de los temas espinosos ha sido un denominador común en las declaraciones de ambas cancillerías. Aunque hay razones para el optimismo, el camino hacia la normalización está en su primera fase. Esto obliga a los presidentes Uribe y Correa a evitar mutuos señalamientos que vuelvan a encender los ánimos. De ellos depende que la expectativa se transforme en esperanza.
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