Editorial
El Universal, Cartagena
Septiembre 28 de 2009
Dos días después de que el presidente de los Estados Unidos denunciara en Pittsburg que Irán no estaba haciendo caso a las advertencias de la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA), por no informar sobre los propósitos y alcances de una planta de enriquecimiento de uranio que construye, la respuesta iraní fue el lanzamiento de tres misiles de corto alcance durante maniobras militares de ensayo.
Aunque los ejercicios no tienen nada de extraordinario, pues Irán los efectúa con regularidad, y los gobiernos de las grandes potencias entienden la acción como una demostración de fuerza que busca convencer al mundo sobre su capacidad bélica y lo difícil y peligroso que resultaría realizar allí una invasión occidental como la de Irak, cuando se trata de manipulaciones atómicas, ninguna ostentación amenazante puede pasarse por alto.
Las pruebas de ayer, bautizadas apropiadamente “Gran Profeta” para recalcar que se trata de una lucha del Islam contra Occidente, utilizaron misiles Tondar, Fateh 110 y Zelzal, con alcance máximo de 150, 200 y 400 kilómetros respectivamente. Se esperaba anoche el lanzamiento de prueba de misiles Shahab de mediano y largo alcance (unos 2 mil kilómetros), capaces de impactar en Israel.
A comienzos de la semana pasada, el gobierno israelí ratificó que no había dado garantías a Rusia, uno de los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad, de que no atacaría las instalaciones nucleares de Irán. Pese a ello, Rusia parecía ayer más cercano a Estados Unidos, Inglaterra y Francia, que a China en la oposición a presionar a este país islámico del Medio Oriente con medidas como las sanciones económicas, a las que se opone China por depender de las importaciones de petróleo.
Puede que la semana pasada haya prevalecido el tono conciliador, al insistir las principales potencias en sanciones económicas en vez de presión militar, pero Israel y Estados Unidos no han excluido tajantemente esta opción, siempre poniendo como justificación el riesgo que podría significar un Irán dotado de armas atómicas. Además, la secretaria de Estado estadounidense Hillary Clinton dijo ayer que no creía que Irán pudiera convencer a su país y a otros poderes mundiales del supuesto propósito pacífico de su programa nuclear.
Fue el mismo argumento esgrimido por el anterior presidente estadounidense George Bush para su campaña contra Irak, sólo que en esta ocasión no se trata de una amenaza improbable, ni en Irán gobierna un lunático imprevisible y mentiroso como Saddam Hussein, sino un sistema religioso que domina a plenitud la vida de la gente.
Muchos colombianos podrían cruzarse de brazos y argumentar que tenemos demasiados problemas aquí, como para preocuparnos por conflictos tan lejanos, pero hay que tener en cuenta que Irán es uno de los países con los que el presidente venezolano anunció acuerdos para proyectos de energía nuclear.
Soplan vientos nucleares y en el pasado, algunos de ellos se convirtieron en tempestades apocalípticas.
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