domingo, 27 de septiembre de 2009

Las perspectivas políticas

Alfonso Monsalve Solórzano

El Mundo, Medellín

Septiembre 27 de 2009


Hoy se efectúan las consultas internas del Polo Democrático Alternativo y del Partido Liberal. De su resultado dependerán los candidatos o el candidato, si hay coalición, que se enfrentará a Uribe, si el referendo reeleccionista pasa la prueba de la Corte Constitucional y el pueblo vota por la posibilidad de una tercera elección, o al candidato uribista, en caso de que lo anterior no ocurra.

Las encuestas a la fecha dicen que Uribe obtendría una victoria en el referendo y ganaría en la primera vuelta la presidencia. Este es un hecho sin precedentes en Colombia, en la que la regla era que al final del primer mandato un presidente era objeto de rechazo nacional.

La opinión nacional mayoritaria por la continuidad ha soportado toda clase de pruebas. Uribe ha superado en Colombia, hasta ahora con éxito, desde los embates de los partidos de oposición hasta la animosidad de algunos de medios, columnistas y periodistas, pasando por las dificultades que ha tenido en su relación con la Corte Suprema. Y en el exterior, de la actitud beligerantemente provocadora del gobierno de Chávez y del de Correa, aunque éste último está dando señales de querer recomponer sus relaciones con el país, para no citar a Bolivia, Nicaragua y en menor grado Argentina, y un cierto nivel de incomprensión y de actitud imperial de Brasil.

¿Cuál es la explicación de este fenómeno? Mis hipótesis son que su estilo ha acercado la presencia del poder a la gente del común, que siente que sus reclamos son, por fin, escuchados y atendidos y que ha apuntado a resolver definitivamente el problema más grave de Colombia en toda su historia: la ausencia del monopolio de la fuerza en manos del Estado. Que la comunicación directa rompe el modelo de democracia representativa, dicen los críticos, que es el aspecto central de la democracia de estirpe liberal y es una forma de deslegitimarla. No veo la razón.

La representación funciona, con dificultades de todos conocidas, y habría que decir que la Corte, con las reservas que se pueda tener por algunas de sus actuaciones, se ha encargado de depurarla. Ejemplo por excelencia, si quiere uno, de la independencia de poderes. El congreso no se ha cerrado y ha legislado y ejercido control político, y, de qué manera. No puede decirse que la oposición no tiene espacio para criticar y controlar. Los medios, por su lado, publican lo que quieren. Y obtienen respuestas porque existe el legítimo derecho a defenderse.

No todo es color de rosas, por supuesto. Las chuzadas deben ser esclarecidas y los falsos positivos resueltos. Si el poder del Estado se ha usado para este tipo de prácticas, hay que castigar a los responsables. Pero también a aquellos que violando los derechos fundamentales al debido proceso y la presunción de inocencia han convertido en mercado negro elementos sumariales que son de naturaleza reservada dentro de una investigación. Frente a la seguridad interna, los propios enemigos del régimen se encargan de asegurar la continuidad de la política de Uribe. Basta con ver las llamadas pruebas de supervivencia, aquí en Colombia, o los discursos insultantes, las compras de armas ofensivas y los pactos declarados públicamente como secretos del gobierno venezolano, para que cualquier colombiano promedio se identifique con Uribe.

Pero el referendo tiene problemas, por ejemplo con el poder electoral, y pudiera no pasar en la Corte. La coalición uribista no está preparada para este escenario. Y el tiempo marcha vertiginosamente. Si no hay una estrategia de unidad, podría ser derrotada. Creo que deberían tener ya listo el plan B, con Juan Manuel Santos u otro candidato que podría consensuarse, desde ahora, para evitar sorpresas y estar preparados en caso de que el referendo no pase o, eventualmente –la opinión es por definición volátil, así haya acompañado a Uribe tanto tiempo- no lo gane.

Los liberales seguramente escogerán a Pardo y el Polo a Gaviria. Fajardo dijo que continuaría hasta el final. Si la oposición llega dividida a la primera vuelta y el candidato de la coalición de gobierno es Uribe, perderán, con toda probabilidad. Si hubiese con Uribe, una segunda vuelta, muchos liberales votarían por éste y tendría opción de ganar, pero su mandato quedaría muy debilitado. Y sería posible que la oposición unida alrededor del candidato con mayor votación, ganase, aunque con margen estrecho. Su margen de gobernabilidad también sería pequeño.

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