jueves, 8 de octubre de 2009

Avances y alertas

Editorial

El Tiempo, Bogotá

Octubre 8 de 2009


El lunes pasado, la ONU publicó en Tailandia su Informe de Desarrollo Humano para el 2009 con un positivo balance para Colombia. El país ocupó el puesto 77 entre un total de 185 naciones -cinco posiciones más que en el pasado reporte- y ascendió a una nueva categoría, la de desarrollo humano alto.


A un año de cumplir las dos décadas, este trabajo del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) sigue proveyendo herramientas para medir el progreso de una sociedad no solo desde su producto interno bruto. Al combinar los ingresos per cápita con indicadores del área de la salud (expectativa de vida) y la educación (tasas de analfabetismo y matrícula), el índice de desarrollo humano busca capturar tres dimensiones básicas: un nivel de vida digno, una vida larga y saludable y un buen nivel de conocimientos.

El salto de Colombia en el escalafón de países -el tercero más grande después de los de Jamaica y China- es un reflejo tanto de los avances locales como de los retrocesos relativos del resto. También se explica por el hecho de que el informe se basa en datos del 2007 -un año extraordinario en materia de crecimiento- y eso afecta positivamente el componente de los ingresos. Sin embargo, sería injusto desconocer que en Colombia los indicadores de salud y educación han venido mejorando desde hace algo más de una década y media.

En materia de esperanza de vida al nacer, la de los colombianos es de 72,7 años, mientras que la de los costarricenses, los mejores del bloque latinoamericano, es de 78,5 años. Por su parte, en Noruega, el país con el índice de desarrollo humano más alto del mundo, dicho indicador asciende a 80,7 años. En cuanto a tasa de analfabetismo -que mide el acceso a la educación básica-, Costa Rica tiene 4,1 por ciento, Noruega, menos del 1 por ciento y Colombia, 7,3. En general, estos niveles tienden a ser más el resultado de políticas públicas permanentes que de bonanzas económicas ocasionales y momentáneas.

Hecha esa advertencia, es importante constatar que, sin desconocer los inmensos desafíos que enfrenta el país en múltiples áreas, se ha producido un avance grande. Una mirada a las tendencias del desarrollo humano de Colombia en los 20 años de mediciones evidencia el salto: en 1980 obtuvo un índice de 0,688; en 1990 había subido a uno de 0,715 y en el 2007 alcanzó uno de 0,807, un aumento porcentual que no se queda atrás del que experimentaron dinámicas economías emergentes como las de China e India -en puestos más bajos que el colombiano en el último listado-. En esa perspectiva de mediano plazo, las condiciones de salud, educación e ingreso promedio de los colombianos han mejorado indudablemente. En el índice de pobreza humana, terminamos de 34 entre 135 países.

¿Cómo explicar esa lectura positiva en medio de un crecimiento de la tasa de desempleo, de un alto nivel de pobreza y del desplazamiento? Aceptando las duras condiciones actuales, estos reportes ayudan a identificar las políticas exitosas. Para citar un caso, es indiscutible que el sistema de salud tiene todavía muchas falencias, pero también es necesario reconocer que la cobertura ha aumentado más de cuatro veces desde la expedición de la Ley 100 de 1993, al abarcar a casi el 90 por ciento de la población.

Todo lo anterior sugiere que el desafío de los diferentes gobiernos es mantener los esquemas eficaces, más allá de los desafíos del día a día. En otras palabras, hay que seguir enfocando recursos con miras a un mayor desarrollo humano, amenazados por las presiones impuestas por la crisis económica actual. Y en el caso concreto de Colombia, no hay que olvidar que el promedio hecho público por la ONU, aunque positivo, esconde las desigualdades de un país en donde hay zonas urbanas prósperas y regiones tan atrasadas como las más pobres del mundo.

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