Alexander Cambero
El Tiempo, Bogotá
Octubre 7 de 2009
Cree que vivimos en tiempos de la guerra fría. Quizás sueñe con la victoria final del ejército ruso frente a su par estadounidense. En tiempos en donde la paz enarbola sus banderas de concordia y tranquilidad, Hugo Chávez se rearma para luchar contra los fantasmas que ilustran sus pensamientos.
La administración venezolana ha gastado millones de dólares en armas y pertrechos militares. El régimen prefiere los recursos bélicos que pueden segar la vida de miles de inocentes, que llenar sus canastas con alimentos. En Venezuela existen 18 millones de pobres. La única batalla que desean librar es aquella que pueda acallar los terribles retortijones de sus estómagos vacíos.
El adalid de la guerra imaginaria observa a centenares de batallones. Con los tanques, aviones y coheticos rusos, tiene la certeza de ganarle al maligno imperio que no lo deja conciliar el sueño. Como sus argumentos son fatuos y carentes de algún asomo de raciocinio, trata de engañarnos poniendo a Colombia como el enemigo. En sus ansias de venganza está Bogotá. La indeclinable posición del gobierno neogranadino de luchar de manera contundente contra los criminales de las Farc, y las muchas evidencias de cercanías y respaldos entre los terroristas y el gobierno venezolano hacen sospechosas las ínfulas belicistas de Chávez contra el hermano pueblo. ¿Acaso toda esa alharaca contra las supuestas bases norteamericanas no será, más bien, una estrategia de distracción para poner a salvo a su adorada guerrilla?
Ahora estamos en una carrera vertiginosa. El gobierno venezolano ha gastado más de 6.000 millones de dólares en compra de implementos militares. Con ese dinero se podría haber dotado a miles de escuelas, construir hospitales, canchas deportivas, etc. Lo más preocupante del caso es que ahora solicitamos dinero a Rusia para comprar armas. ¿No estarán el Presidente y su séquito traicionado al pais, cuando sacrifican el dinero de todos los venezolanos, en pos de una guerra imaginaria? ¿Quién autorizó al magnate de Miraflores para hipotecar y entregar nuestro futuro al caudillaje ruso?
Es una verdadera traición lo que viene ocurriendo. Criticamos la hegemonía estadounidense, pero nos entregamos en brazos del imperio rojo. En nombre del socialismo, quieren convertir la patria en financista de intereses foráneos. ¡Qué solemne irresponsabilidad! Solicitar un préstamo, para gastarlo en el capricho bélico de un hombre y sus tormentos. Con tantos problemas que padecemos, y el huésped presidencial sólo piensa en comprar armas en el mercal de los cañones.
Una guerra cruenta que está en su imaginación. Parece que Hugo Chávez vive los peligrosos años de la guerra fría. No entiende que los tiempos fueron madurando sus procesos, y que su amado imperio ruso sucumbió gracias a la perestroika. Después de la segunda guerra mundial, la antigua Unión Soviética terminó siendo tan cruel como las ejecutorias de Adolfo Hitler. Detrás de aquella maraña de propaganda se encontraba un pueblo sometido al peor de los cautiverios.
Su mente es campo de batalla. Miles de hombres desembarcan en los movimientos frenéticos de su insomnio crónico. Compra armas para luchar contra el fantasma de su miedo. Su pensamiento no evolucionó con el discurrir de la historia. Su permanente ambición por someter a los demás pueblos niega el ideario de Simón Bolívar. Tratar de arruinar la economía de Colombia y de los estados fronterizos venezolanos no tiene nada que ver con la visión general del genio inmortal. Es más, dañar al hermano histórico es incinerar la doctrina del Libertador.
En su alma anida la sed de venganza. Ojalá que nunca se produzca una batalla real. Ya sabemos que nuestro Presidente volvería a esconderse. Correrían copiosas lágrimas sobre el primer hombro que encuentre.
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