miércoles, 7 de octubre de 2009

Epigenética, supra racismo

Olga Elena Mattei

El Mundo, Medellín

Octubre 7 de 2009

En septiembre, el profesor Jaime Arocha publicó en El Espectador dos columnas acusando de racista al columnista de EL MUNDO Sergio Esteban Vélez, por el simple hecho de que Vélez publicó en este diario la columna “Uribe, con el don de mando en los genes”, acerca de los ancestros del Presidente de la República.

Vélez, motivado por las inexactitudes de una nota aparecida en la revista Semana acerca del tema, se limitó, como genealogista, a confirmar solo las genealogías correctas señaladas para nuestro mandatario.

El columnista Arocha dice que “Vélez reitera su adhesión a un pensamiento para el cual los genes, sean indios o europeos, determinan cualidades mentales”. Mas no por comentar los hallazgos de un grupo genealógico se puede señalar a alguien de racista. Las características genéticas no son en sí mismas buenas o malas y dan lugar no sólo a aspectos raciales sino también a aspectos morfológicos, fisiológicos y de funcionamiento del organismo, neurológicos y psicológicos o del comportamiento.

Arocha alude a la interpretación de algunos seguidores de Mendel que defienden los conceptos racistas, hasta el extremo de la eugenesia, pero esa no es la interpretación correcta de los descubrimientos mendelianos; este sabio, padre de la Genética, se limitó a los hechos científicos y no impuso nunca sus descubrimientos a ninguna ideología sociológica y menos política.

Por mi parte, considero justo controvertir las acusaciones del Sr. Arocha, pues, de las columnas de Sergio Esteban no puede concluirse que él se basa en ninguna ideología racista. Y, contrario de lo que hubiera dicho una persona con prejuicios raciales, Vélez trata con igualdad a los ancestros del Presidente, pertenecientes a extremos divergentes de distintas razas. Vélez fue el primero en señalar que Uribe cuenta con el honor de llevar genes indígenas. ¿Es esto una muestra de racismo?

Vélez se refiere a hechos registrados o reconocidos por otros y no asevera que Uribe sea más o menos idóneo en su cargo, ni mejor o peor ser humano por tener determinado árbol genealógico. Alabar una herencia no quiere decir rechazar las demás. Sabemos que se heredan los talentos y los recursos físicos, pero el hecho de reconocerlo no significa una adhesión a las conductas racistas.

Creo pertinente añadir a la discusión datos que pueden mostrar cómo el problema de la herencia llega a extremos insospechados y poco conocidos (parte de muy recientes descubrimientos científicos). Los estudios que han logrado estos descubrimientos han llamado Epigenética al conjunto de estos factores. Y no tienen nada que ver con las glorias genéticas que puedan reclamarse como orgullos de alcurnia.

Todos hemos leído acerca de la discusión sobre las influencias básicas para la formación de un individuo, que se describen como “nature o nurture” (naturaleza o nutrición), que además de la constitución congénita de un individuo, (es decir, de lo que sabemos que se hereda), son básicos los elementos con los cuales se nutren cuerpo y espíritu. Estos hechos podrían utilizarse como una cuestión que derrota toda lógica racista. Pero también son factores importantes ciertas condiciones latentes y ocultas que afectarán su salud física y mental a través de su vida, y que provienen de alteraciones deletéreas adquiridas por antepasados y transferidas a la descendencia.

Porque no solo se heredan las cualidades raciales consideradas “óptimas” por los grupos sociales realmente racistas, sino que también se transmiten condiciones congénitas físicas e intelectuales que los padres y los abuelos (hasta cinco generaciones) incorporaron a sus características fisiológicas y mentales, a causa de situaciones tangenciales que los afectaron en su época, tales como circunstancias de sufrimiento,(ya sea de un solo individuo, o de todo el grupo familiar, o aún más ampliamente todo el sector comunitario) como, por ejemplo, de hambre por miseria, sequías, guerras, catástrofes naturales; y de otras calamidades, como epidemias, maltratos, costumbres nocivas, vicios, etc. Las consecuencias resultan en una amplia gama de defectos congénitos, propensión a graves enfermedades, disfunciones, alteraciones del sistema cardiovascular y otros, del equilibrio emocional (como tendencia a la depresión) y cualidades mentales disminuidas. O por ejemplo, constituciones heredadas de las glándulas endocrinas con secreción excesiva, que pueden condicionar a un individuo a la hiperactividad, a la búsqueda de acción (aventuras, deportes extremos) con demasiado riesgo.

Aprovechamos la oportunidad para hacer saber e insistir a quienes deban considerarlo, que lo anterior incluye perjuicios por deterioro heredado de ancestros alcohólicos o adictos a cualquier droga, incluyendo el tabaco. Se sabía, desde hacía mucho tiempo, que el consumo por parte de una mujer en embarazo de cualquier sustancia nociva afecta a todo feto de por vida, con taras dolorosas y/o vergonzantes. Lo nuevo de estos estudios es que amplían los factores que pueden influir y el margen de influencia del número de generaciones de antepasados.

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