jueves, 8 de octubre de 2009

El asunto es de Fondo

Editorial

El Heraldo, Barranquilla

Octubre 8 de 2009

Un informe reciente sobre indicadores de desarrollo humano a nivel mundial mostró que Colombia ha logrado algunos avances notorios en ese campo, especialmente en salud y educación.


Esos logros se habrían dado gracias a las altas tasas de crecimiento económico que experimentamos en el quinquenio de 2003 y 2007, que permitieron la inversión de cuantiosos recursos en el aumento de la cobertura y la calidad de aquellos dos sectores fundamentales para el desarrollo humano de una nación.


Esos informes, sin embargo, tienen la particularidad de mostrar una visión consolidada de un país; es decir, sus indicadores se refieren al comportamiento total de una nación, sin entrar a detallar la situación de esos indicadores en las diferentes regiones que la conforman.


Si hiciéramos ese ejercicio en Colombia, la evidencia mostraría unas enormes y protuberantes disparidades regionales en cuanto a los más importantes indicadores de desarrollo humano.


Por un lado, presentaría los departamentos que conforman la región central andina con unos indicadores similares a los que tienen algunos países del este de Europa; y, por otro, los departamentos situados en la periferia de nuestra geografía, con algunos indicadores parecidos a los que tienen los países africanos situados al sur del desierto del Sahara.


Una radiografía integral de Colombia no puede, pues, ocultar la realidad de ser una nación con profundas fracturas regionales, en las que unas regiones gozan de una dinámica de desarrollo muy superior a otras.

Esas desigualdades no son recientes, datan de tiempo atrás y, antes que mitigarse, parecieran estar ahondándose mucho más bajo el actual esquema de crecimiento económico imperante en el país. Ello nos mostraría que detrás de esa realidad subyacen problemas estructurales propios de Colombia, los cuales aún esperan soluciones de esa misma naturaleza.


Un país con grandes disparidades territoriales no puede desarrollarse sin antes resolver ese problema. Así, por lo menos, lo demuestra la experiencia histórica de países como España o Italia, y lo está demostrando últimamente la misma China, cuyo desarrollo hoy despierta la admiración mundial.


Asumir el desafío de solucionar el problema de las desigualdades regionales en un país implica un cambio en la actitud tradicional con la que los gobiernos lo tratan. De una actitud de condescendencia hacia las regiones de menor desarrollo, a las que se les trata con una mezcla de paternalismo y desprecio, hacia otra de respeto y confianza.


En Colombia estamos en mora de adoptar verdaderas medidas de carácter estructural que nos pongan en el camino de superar las disparidades regionales que, a medida que pasa el tiempo, se están tornando realmente intolerables e, incluso, un obstáculo para la competitividad.


Y decimos de carácter estructural porque hasta ahora los tradicionales mecanismos del situado fiscal o del sistema general de participaciones no han logrado estimular un mejor desarrollo de las regiones que acumulan un gran rezago.


Así las cosas, la dinámica de crecimiento del país lo que está haciendo es condenar al atraso a las regiones de la periferia, que no disponen de los recursos humanos, institucionales y financieros para romper el círculo vicioso de la pobreza en la que están atrapadas.


Conscientes de que esa realidad no puede perpetuarse eternamente, ni que es una condena, el Centro de Estudios Económicos Regionales del Banco de la República, sucursal Cartagena, con el apoyo del Observatorio del Caribe Colombiano, ha elaborado una propuesta de crear el Fondo de Compensación Regional, cuyo propósito esencial es superar progresivamente las enormes disparidades regionales que hoy existen en Colombia.


La propuesta se enmarca en los once puntos del denominado Compromiso Caribe, que diferentes personas y estamentos de la región firmaron a comienzos de noviembre de 2007.


Se trata, en efecto, no de una propuesta exclusiva para impulsar mejor el desarrollo de la región Caribe, sino el de todas las otras regiones del país que sufren de un rezago acumulado a lo largo de la historia y que requieren, por ello, de mayores recursos para vencerlo.


La propuesta del Fondo de Compensación Regional se hará ante los diferentes candidatos a la Presidencia de la República para que se convierta en una política de Estado y la asuman en sus campañas políticas.


Desde estas páginas, EL HERALDO asume como suya esa propuesta por compartir los presupuestos políticos que la sustentan, e invita a todos sus lectores a conocerla y apoyarla.

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