jueves, 8 de octubre de 2009

Falsos negativos

Ignacio del Campo

El Colombiano, Medellín

Octubre 8 de 2009

Me duele mucho lo que pasa en Colombia. Me duele porque en un país donde la violencia política, la guerrilla posteriormente, el narcotráfico y las autodefensas llevan 60 años buscando cómo acabar con la democracia más firme de Latinoamérica y, aunque no han podido, hay gente que se dice patriota pero que con sus actitudes y procederes quieren que estos grupos al margen de la ley lleguen a tomarse el poder.

No se puede entender que mientras las fuerzas del orden (Ejército, Policía, Armada Nacional y Fuerza Aérea) estén dando todo de sí, hasta la vida y su libertad, haya unos colombianos que quieran hacer condenar a estos servidores y salvadores de la patria en beneficio de los narcoterroristas. Eso es exactamente lo que está ocurriendo.


Que se han cometido errores, claro que sí. Somos humanos y cometer errores es de la misma naturaleza del hombre (me sonaría feo decir del hombre y la mujer). Que ha habido excesos, posiblemente sí, pero esos excesos son fáciles de cometer dentro de un estado de tensión en la batalla. Muchas cosas más se podrían decir, o suponer, en las que se ha caído. Otra cosa es ensañarse contra los servidores públicos como está pasando ahora.


Se ven unos fiscales (aquí sí, y unas fiscales) con furia, con rabia, con ira, acusando a coroneles, generales, almirantes y todo aquel que tenga uniforme como si se quisiera atacar a las instituciones y no hacer justicia con quien ha cometido una falta. Se muestran como si se quisiera disminuir el patriotismo, la dedicación, la entereza, la entrega, el sacrificio de nuestros soldados y así, una vez golpeados moralmente, permitir que se fortalezcan estos grupos subversivos.


Falsos testigos merecen todo el crédito, cosa distinta merecen los servidores públicos y sus asesores. Así lo muestra el juicio contra (textualmente se puede interpretar la palabra contra) el Teniente Coronel Plazas Vega. Un oficial que cumplió órdenes superiores, que arriesgó su vida para proteger a las personas y salvar a los magistrados de las manos criminales de quienes ocuparon el Palacio de Justicia. Pero el responsable de los crímenes allí cometidos ahora es el que salvó a la justicia, a los funcionarios y demás trabajadores que lograron salir con vida gracias a la intervención del Ejército colombiano. Lo mismo se puede decir en el caso del Almirante Arango Bacci. Cumplió con todos los procedimientos para localizar una nave con drogas, declaraciones hay de conocedores del tema que afirman haber procedido de acuerdo con los manuales, pero valen más las declaraciones de aquellos a quienes se les ha probado la falsedad en todo lo dicho y hasta en la huella que imprimieron en el documento que ha servido como "prueba reina".


Se trató de minimizar la Operación Jaque porque sería malo, para los fines propuestos, reconocer los méritos de nuestra fuerza pública. Se criticó el operativo que acabó con la vida de Raúl Reyes que tanto daño le hizo a Colombia pero, para esta gente, Colombia ocupa un lugar secundario para los fines que persiguen. Este fin es sencillamente desmoralizar la fuerza pública. La guerrilla está acorralada, la guerrilla no puede tomarse el poder por la fuerza, cosa que está demostrada, pero si se llegaren a debilitar nuestras Fuerzas Armadas, si se desmoralizan, como posiblemente se pueda conseguir con lo que ahora ocurre, esa guerrilla, esos grupos paramilitares, esos narcotraficantes (que todo es lo mismo) se van a fortalecer y conseguir lo que no podrán hacer con las armas. Flaco servicio le están prestando al país con esas actitudes falsas y negativas.

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