lunes, 19 de octubre de 2009

Golazo de Lula contra el hambre

Santiago Montenegro

El Espectador, Bogotá

Octubre 19 de 2009

No pasa un mes sin que nos enteremos de un nuevo logro de Brasil y del presidente Lula en la esfera internacional. Hace un par de semanas el país carioca obtuvo la sede para los juegos olímpicos de 2016, derrotando a Madrid, Tokio y Chicago, con el mismísimo Barack Obama en persona haciendo cabildeo a los miembros de la FIFA.

Anteriormente, había logrado la sede para el campeonato mundial de fútbol del 2014 y, en el presente año, entró formalmente a hacer parte del exclusivo club de los países política y económicamente más importantes del mundo, el llamado G20. No hace mucho se anunció que Brasil encontró uno de los yacimientos de petróleo más grandes de la tierra, y se confirmó también que se había convertido en el principal exportador de productos agrícolas del planeta. Además, Brasil hace parte del grupo de los BRIC (Brasil, Rusia, India y China), los grandes países emergentes que están reestructurando la economía y la política mundial, quizá reducido a BIC por los problemas estructurales que está enfrentando Rusia.

Como si todo esto fuera poco, la agencia internacional ActionAid, fundada en 1972 con la misión de reducir la pobreza en el mundo, anunció el viernes pasado que Brasil ocupó el primer lugar, entre los países en vía de desarrollo, en un estudio que mide el esfuerzo y resultados para reducir el hambre de la población. La agencia internacional alaba específicamente a Lula y su programa “hambre cero”, el cual en tan sólo seis años ha logrado resultados extraordinarios, reduciendo la malnutrición infantil en un 73% y la mortalidad infantil en un 45%. El reporte resalta también distintas políticas gubernamentales como los bancos de comida, las cocinas comunitarias y las comidas para las escuelas preparadas a nivel local. Como sustento a estas políticas, el informe destaca la expedición de la Ley Federal de Seguridad Alimenticia y Nutricional, de 2006, la cual estableció un sistema de monitoreo de los programas de distribución de comida a través del Consejo Nacional de Seguridad Alimenticia y Nutricional, en donde unen esfuerzos los ministerios y las agencias de la sociedad civil involucrados en estos temas. El informe resalta igualmente la creación, en 2004, del Ministerio de Desarrollo Social y Lucha contra el Hambre, que tiene como misión hacer del hambre y la exclusión social una prioridad en la agenda nacional y coordinar todos los programas sociales, como “Bolsa Familia”, un esquema de subsidios condicionados a las familias pobres para que envíen a sus hijos al colegio, similar a Familias en Acción (Colombia no aparece en el estudio de ActionAid).

Usualmente, los políticos crean políticas y programas para ser populares y ganar las próximas elecciones. El caso de Lula parece haber sido lo contrario, al utilizar su popularidad para construir un legado para las próximas generaciones. Porque más allá de todos esos logros y resultados, los analistas y académicos han resaltado la claridad conceptual y práctica de este presidente para crear instituciones, las cuales garantizan que, hacia el futuro, las políticas no dependan de su propia presencia y perduren después de que haya dejado el cargo, en 2010. Eso ha convertido a Lula en un verdadero estadista, que se ha ganado el afecto sincero, no sólo de la gran mayoría de los brasileños, sino de millones de personas en el mundo entero. Por eso, después de que termine su mandato, no debemos extrañarnos de que siga marcando golazos, como llegar a ser Secretario General de las Naciones Unidas o a presidente del Banco Mundial.

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